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Mostrando entradas de junio 7, 2011

La voz de los sin voz: la palabra viva de Monseñor Romero

                                     Jon Sobrino,Ignacio Martín-Baró y Rodolfo Cardenal El pueblo salvadoreño ha roto su silencio. Después de años de opresión y resignación ha vuelto a pronunciar una palabra de protesta y de esperanza. Muchos han recogido esa palabra nueva del pueblo; muchos han sacado al pueblo del anonimato. Pero nadie lo ha hecho como Monseñor Romero. En él el pueblo encontró su profeta. En él la palabra se hizo carne salvadoreña y la historia salvadoreña se hizo palabra. En sus tres años como Arzobispo de San Salvador Monseñor Romero hizo que la palabra de Dios acampara entre los salvadoreños, pusiera su tienda entre los pobres, los campesinos, los obreros, los desaparecidos, los torturados, los muertos. Con él la palabra de Dios se hizo cercana y compasiva hacia los pobres, y se hizo terrible para los poderosos. Con él la palabra de Dios se convirtió en palabra más cortante que espada de dos filos, que descubre el fondo de los corazones y de la historia, divid

Así tenía que morir: ¡Sacerdote¡ porque así vivío Mons. Oscar A. Romero

                                             Mons. Jesús Delgado. A lo largo de su historia la Iglesia siempre ha sido fecundada por la sangre de los mártires. El horrible crimen que segó la vida de Mons. Romero, le proporcionó la inestimable fortuna de morir como "testigo de la fe al pie del altar". De esta manera, en el marco del Año Sacerdotal celebramos, con alegría, el XXX aniversario de la muerte martirial de Mons. Romero, quien el 24 de marzo de 1980 dio su vida como máximo testimonio de amor por Jesucristo y su Evangelio. “Así tenía que morir: ¡Sacerdote!, porque así vivió Mons. Óscar A. Romero” . El martirio es una vocación que Dios concede únicamente a "sus hijos predilectos en los que Él se complace", porque habitualmente saben vivir diciendo: "Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad". Y así la vida del Siervo de Dios se transformó en una misa que se funde, a la hora del ofertorio, con el Sacrificio de Cristo. En este pequeño volumen, Mon

Oscar A. Romero: Biografía

Jesus Delgado Sin ocultar ni las debilidades ni los fallos humanos de monseñor Romero, esta biografía destaca lo que, sin duda, constituyó su verdadera grandeza: la fidelidad insobornable al evangelio. Esa fidelidad le sirvió de norte en el difícil caminar entre las indecisiones y extremismos característicos de la coyuntura de El Salvador; le hizo ver que un cristianismo descomprometido es un cristianismo aguado, totalmente ajeno a los ecos del sermón de la montaña; pero, también, que el compromiso cristiano no puede ser pura política y enfrentamiento humano. Tal fue el cristianismo de monseñor Romero; un cristianismo ajeno a las adulaciones y a los compromisos fáciles; un cristianismo plenamente comprometido con Cristo, que es compromiso con la justicia. A juicio de monseñor Rivera esta es la mejor biografía de monseñor Romero escrita hasta ahora. Lo que más le gusta es que el autor haya centrado la personalidad de monseñor Romero en lo que fue su grandeza: su sacerdocio. Monseñ

Monseñor Romero

Jon Sobrino PROLOGO El 24 de marzo de 1990 se cumplen diez años del martirio de Mons. Romero cuando celebraba la eucaristía en el altar del Hospital de la Divina Providencia. Su muerte no fue una muerte más, sino que fue --como la de Jesús- asesinato y martirio. En este décimo aniversario es una obligación recordar a Mons. Romero, pues olvidarlo sería ingratitud. "¡Ay de los pueblos que olvidan a sus mártires," dice don Pedro Casaldáliga. Es también muy importante, pues en los mártires encontramos luz para vivir como cristianos y como seres humanos. Es, por último, muy necesario pues la sangre de los mártires, su incondicional amor, es ánimo y fuerza para mantener la fortaleza en el duro camino de la vida y de la fe. Con este libro queremos colaborar a la celebración de este décimoaniversario. En él hemos recogido varios escritos sobre Mons. Romero ya publicados en los diez últimos años y los hemos estructurado de la siguiente manera. En la primera parte, la más larga y