Ernesto Cardenal A Roque Dalton yo lo recuerdo riendo. Flaco, de un blanco pálido, huesudo, narizón como yo, y siempre riendo. No sé por qué siempre te recuerdo riendo, Roque Dalton. Un revolucionario reidor. No es que los revolucionarios sean especialmente serios ni mucho menos, pero es que él era un revolucionario especialmente reidor. Se reía en primer lugar de él mismo. Se reía de cosas ridículas de El Salvador, y siempre estaba hablando de El Salvador y es que quería muchísimo a su país «Pulgarcito» El Salvador. Se reía de la burguesía salvadoreña naturalmente, y nos hacía reír a todos. Se reía de los jesuitas con los que se había educado y en cuyo colegio había «perdido la fe» (también se reía de esta expresión) para entrar al Partido Comunista y también se reía de cosas de su Partido Comunista. (Pero de todos modos era su partido). Contaba historias fantásticas de El Salvador que parecían inventadas pero eran ciertas. A un hombre lo tuvieron preso por varios años en una cloa
Literatura y Cultura Salvadoreña