Cipitín Por Miguel Ángel Espino Así era La Siguanaba estaba loca; la habían visto riéndose a carcajadas , correr por las orillas de los ríos y detenerse en las pozas hondas y obscuras. Cipitín emigró a las montañas y vivió en la cueva que había en la base de un volcán. Hace ya mucho tiempo , han muerto los abuelos y se han rendido los ceibos , y Cipitín aún es bello, todavía conserva sus ojos negros , su piel morena de color canela, y todavía verde y oloros a la pértiga de cañas con que salta los arroyos . Han muerto los hombres. Se fueron los topílzíns, cano s están los suquinayes, y el hijo de la Siguanaba aún tiene diez años. Es un don de los dioses ser así . Siempre huraño, i r á a esconderse en lo s boscajes , a balancearse en las corolas d e los lirios silvestres. Cipitín era el numen de los amores castos. Siempre i ban las muchachas del pueblo , en la mañanita fría a dejarle flores para que jugara , en las orillas del río. Escondido entre el ramaje las e s piaba
Literatura y Cultura Salvadoreña