Salarrué LA BOTIJA José Pashaca era un cuerpo tirado en un cuero; el cuero era un cuero tirado en un rancho; el rancho era un rancho tirado en una ladera. Petrona Pulunto era la nana de aquella boca: - ¡Hijo: abrí los ojos, ya hasta la color de que los tenés se me olvidó! José Pashaca pujaba, y a lo mucho encogía la pata. -¿Qué quiere mama? -¡Qués nicesario que tioficiés en algo, yastás indio entero! - ¡A guén! ... Algo se regeneró el holgazán: de dormir pasó a estar triste, bostezando. Un día entró Ulogio Isho con un cuenterete. Era un como sapo de piedra, que se había hallado arando. Tenía el sapo un collar de pelotitas y tres hoyos: uno en la cabeza y dos en los ojos. -¡Qué feyo este baboso! -llegó diciendo. Se carcajeaba-; ¡es meramente el tuerto Cande!... y lo dejó, para que jugaran los cipotes de la María Elena. Pero a los dos días llegó el anciano Bashuto, y en viendo el sapo dijo:
Literatura y Cultura Salvadoreña