Jon Sobrino,Ignacio Martín-Baró y Rodolfo Cardenal
El pueblo salvadoreño ha roto su silencio.
Después de años de opresión y resignación ha vuelto a pronunciar una palabra de protesta y de esperanza. Muchos han recogido esa palabra nueva del pueblo; muchos han sacado al pueblo del anonimato. Pero nadie lo ha hecho como Monseñor Romero. En él el pueblo encontró su profeta. En él la palabra se hizo carne salvadoreña y la historia salvadoreña se hizo palabra.
En sus tres años como Arzobispo de San Salvador Monseñor Romero hizo que la palabra de Dios acampara entre los salvadoreños, pusiera su tienda entre los pobres, los campesinos, los obreros, los desaparecidos, los torturados, los muertos. Con él la palabra de Dios se hizo cercana y compasiva hacia los pobres, y se hizo terrible para los poderosos. Con él la palabra de Dios se convirtió en palabra más cortante que espada de dos filos, que descubre el fondo de los corazones y de la historia, divide a los hombres, pero es acogida por quienes aman la justicia y la verdad.
Con Monseñor Romero la palabra de los salvadoreños subió hasta Dios. Los clamores del pueblo y sus esperanzas, los gemidos que les arrancan sus opresores, se convirtieron en la plegaria de todo un pueblo que Monseñor Romero presentaba a Dios.
Esta palabra viva y vivifican te, tan alejada de la palabra rutinaria, encubridora y alienante, es la que presentamos en este libro. La presentamos tal como él la pronunció en cartas pastorales, discursos, entrevistas y sobre todo, en sus homilías. Y al presentarla, la devolvemos al pueblo salvadoreño, su legítimo dueño, para que le siga orientando, juzgando y animando a su liberación.
Fuente:. (2007). La voz de los sin voz: la palabra viva de Monseñor Romero.
San Salvador: UCA Editores.
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