En el primer acto en el pueblo se celebra la gesta de los
nonualcos. Conversa un emigrante con un natural de lugar. Este le narra cómo
murió Aquino. Natural del lugar.- Le pusieron el cebo más viejo del mundo...
una mujer. Emigrante.- ¡Hombre astuto y creer en mujeres! Natural del lugar.-
Le dijeron que estaba en peligro y quiso protegerla. Emigrante.- Pero su gente,
los nonualcos, ¿qué hicieron? Natural del lugar.- La represión fue terrible.
Incendiaron y saquearon el pueblo los malditos soldados y colgaron a los
rebeldes. Ese árbol de tamarindo desde entonces está seco, desde entonces se
secó.
Aparece María Quinta, la hija de Anastasio, y
pone flores en el tamarindo. Aparece un mensajero que le dice a ella: ¡María
Quinta! ¡Los nonualcos alzados por todas partes! ¡Combaten en el pueblo vecino
y caen del monte triunfantes!. A lo lejos se escucha la balada de Anastasio
Aquino: ¡Vuelve otra vez, abuelo, con tu grito de guerra! ¡Viejo abuelo de
piedra, no des cuartel ni tregua! ¡Que en el trozo amarrado gime tu hermano
herido! ¡y no hay quién lo libere como otrora lo hiciste! ¡Tayte de los
nonualcos a tus indios convoca!...
En el segundo acto aparece Aquino, ha liberado
del trozo a su hermano Blas. El dice: ¡Ya no permitiremos que nos torturen en
el trozo, nunca más! ¡Lo he libertado y he arrojado el trozo lejos!. Aparece el
patrón intentando golpear a Anastasio. Este lo impide. El patrón se marcha.
En el tercer acto comprende Anastasio que va
por los soldados y decide revelarse. Acuden a emboscar a los soldados que
vendrán de San salvador. Vencen. Toman muchas armas. El ejército crece. Dice
Aquino: ¿Qué se ha hecho de nuestra tierra? Nuestro hermano de raza sigue
siendo un miserable desposeído, esclavo del que tiene la tierra. Para colmo nos
vienen a cazar y nos enganchan como tihuacales, para ir a morir a tierras
lejanas y sin saber por qué. Pero hoy somos libres.
En el cuarto acto vemos a Anastasio exigiéndole
al cura el dinero y las joyas que le han dado a guardar los señores. Zarampaña,
su secretario, encuentra el dinero con las joyas, incluida una corona de
diamantes y esmeraldas. Cascabel, su lugarteniente, lo corona: ¡Toma,
comandante, es tuya, la corona de tu poder!. Aquino alza la corona y sin
ponérsela, dice: ¡Yo me proclamo rey de los nonualcos!. Le devuelve la corona a
Cascabel y le ordena que la deje. Cascabel lo ve con envidia.
En el quinto acto aparece Aquino en
Apastepeque, devolviéndoles las tierras a los campesinos.
En el acto sexto aparece Matilde, una hermosa
mujer, a quien Cascabel somete por la fuerza. Interviene Anastasio y arroja al
suelo a Cascabel, quien se larga muy furioso.
Cascabel decide traicionar a Anastasio. Vase en
busca del cuartel, y pide hablar con el comandante. Es recibido.
El séptimo acto se desarrolla en Tacuazín. Sabe
ya Aquino de la traición de Cascabel, pero está resuelto a no rendirse. Aparece
el cura intentando persuadir a Anastasio para que se rinda y evite el
derramamiento de sangre. El cura dice: ¡Hay que parar esta matanza! Hacer la
paz. El gobierno está dispuesto a reconocerte, a reconocer tu grado militar. A
nombrar autoridades entre ustedes... Pero entrega las armas, hay que devolver
las tierras... La mediación es inútil. Aquino está resuelto a combatir.
En el octavo acto aparece Anastasio encadenado
en la cárcel de Santiago Nonualco. Para atraparlo, le informaron que Matilde
estaba en poder de cascabel. Aquino se dirige a los soldados del gobierno:
¡Ustedes son también pobre gente explotada, con ustedes se ejerce abuso.
Ustedes son del pueblo y mi lucha fue por libertarlos a todos!. Aparece el cura
a quien le dice: Al capturarme cayeron sobre los pueblos indios sin piedad. ¿Su
Biblia dice una cosa para unos y otra para los del gobierno?. Aparece luego el
oficial: Anastasio Mártir Aquino... en nombre de la ley.
En el noveno acto aparece Aquino listo para el
sacrificio. Su hermano Blas dice: ¡La muerte no es siempre la derrota! ¡Porque
ahora Aquino está más vivo que nunca!. Blas se marcha, pero le promete a la
mujer de Aquino que él continuará con la lucha.
Fuente: López, M. E. (1996). La Balada de Anastasio Aquíno. San Salvador: Editorial Universitaria.
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