Ir al contenido principal

“Mi respuesta a los patriotas” de Salarrué”

                                                      Álvaro Darío Lara


                                                             SALARRUÉ

Vivimos tiempos tumultuosos, dramáticos. Salarrué y el país los vivieron intensamente, ese enero sangriento de 1932, y en la noche del militarismo que continuó por décadas.
También nosotros lo padecimos en la guerra civil, y ahora, en esa otra guerra que se libra en los pueblos, caseríos, cantones y ciudades, cargada de frenética violencia irracional, que sólo expresa  nuestras grandes debilidades institucionales y nuestro resquebrajamiento íntimo, familiar y social.

Asimismo, nos situamos ante la suplantación del real ejercicio político por la politiquería, que lejos de buscar el bien común, corre, tras el privilegio personal y grupal.
Este escenario no es novedoso. Lamentablemente sus raíces –profundas- tienen larga data. Por ello, resulta explicable la actitud de Salarrué y de otros artistas e intelectuales, cuando hicieron un viaje al interior de sí mismos, en ese contexto nacional dominado por el salvajismo.

Como bien apunta el académico de las letras, doctor Ricardo Roque Baldovinos, en su libro “Arte y Parte” (Istmo Editores, diciembre de 2001, p. 89), refiriéndose al texto “Mi respuesta a los patriotas” de Salarrué: “Este documento nos abre una dimensión inédita de la figura de este importante escritor nacional. En ella queda bien establecido que la creciente sustracción de Salarrué del mundo de la política y del debate público no obedece a su proverbial distracción a una <mistificación escapista>, sino que constituye en sí un gesto político, una protesta de repudio total y visceral a los términos en que se conduce la política en el ámbito nacional”.

Los “amigos de Salarrué” del espectro político e intelectual de su tiempo, recurren a él, en la antesala horrorosa de 1932, cuando una insurrección, explicable en sus razones históricas, pero sin posibilidades reales en sus fines, es reprimida ferozmente.

Salarrué advierte el tono del abordaje – entre burlón y serio-  ya que las palabras de solicitud, revelan, la concepción que sobre él tienen estos personajes. Ante esto, dice el escritor en su respuesta: “Conozco en su manera, que lo han dicho en parte como burla amistosa, con el cariño que infunden los locos pacíficos, en parte en serio y es por ello que yo me he quedado perplejo y me he sentido luego como incomprendido, tenido como un ser vago e inútil, de un mundo problemático.

Y me he indignado en mi dignidad de hombre y he alzado mi grito de protesta como la voz en el desierto escribiendo esta respuesta a los patriotas sin nombre…”.

A la base de lo que origina la respuesta de Salarrué, se encuentra una postura, del ámbito de la política, sustentada en una concepción y en una práctica, que en el fondo -pese a los discursos-  minusvalora y actúa utilitariamente respecto a los creadores y su obra.

Salarrué lo sabe, y en virtud de eso y de su rechazo a la ficción que representa la Patria liberal y su maquinaria “política”, alza la dimensión del terruño: Cuscatlán, como el lugar raigal, mágico, donde habita el indígena, el campesino, en comunión con toda la naturaleza. Es decir, hay un pacto con la vida real, que para el gran narrador centroamericano, es trascendente. Ese pacto se expresa en su obra, y en los hechos de su propia biografía, retirado de los círculos del poder y amante de la vida sencilla.

Desde su taller de artista, Salarrué, presenció un siglo XX mundial y local, contradictorio y decepcionante. Hizo lo suyo, lo que le competía: trabajar con esmero una obra que retrata en su belleza y miseria, la “tierra firme”, perdurable; y no el “humo” de los patriotas sin nombre. Su ejemplo es y seguirá siendo, luminoso.

Fuente: Darío Lara, A. (Agosto 23, 2014). “Mi respuesta a los patriotas” de Salarrué”. Diario Co Latino.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Bombas (Folklore Oral de El Salvador)

Si el sol del cielo cayera, Y al caer se quebrara, Sin duda de sol sirvieran Los ojos de tu cara. El gallo de la vecina, Qué triste y alegre canta; El que duerme en casa ajena De mañana se levanta. Dicen que tienes dinero Y orgullo para gastar, Gastálos poco a poquito, No se te vaya a acabar. Ayer salí de mi casa Arrastrando mi camisa, Sólo por venir a verte, Carita de lagartija. Limoncito, limoncito Cortado de una ramita, Dame un abrazo apretado Y un beso de tu boquita. Una vieja con un viejo Cayeron dentro de un pozo, Y la vieja le dijo al viejo ¡Hay que baño tan sabroso! ¿De qué le sirve a tu nana, Ponerle tranca al corral, Si te has de venir mañana, Salga bien o salga mal? Zipote, nariz de moronga, Andá donde tu nana, Que te la componga. Ayer pase por tu casa, Me tiraste una iguana, Yo la tomé de la cola Pensando que era tu nana. Ayer pasé por tu casa, Me tiraste una rata Yo la

Sara Palma de Jule

                                                             Sara Palma de Jule Nació en Santa Ana. Se graduó como maestra normalista en la Escuela Normal "España", habiendo obtenido el primer lugar de su promoción. Colaboró con  El Diario de Hoy con la "Revista Dominical" de La Prensa Gráfica. Durante varios años trabajó en las Empresas DIDEA, donde fungió como secretaria del magnate don Luis Poma. A su vocación poética se une su ingenio e indiscutibles dotes intelectuales. Una escuela de la ciudad de Apopa lleva su nombre. Es miembro del Ateneo de El Salvador, Ateneo Salvadoreño de Mujeres, Unión de Mujeres Americanas UMA, Organización Mundial de Educación Preescolar OMEP y Club de Mujeres de Negocios y Profesionales. Ha viajado por Guatemala, Costa Rica, Panamá, los Estados Unidos, España, Francia, Italia, Suiza y Austria. Obras publicadas: "Surtidor de Trinos" (1982), "Tranvía de Ilusiones" (1984), "Fantasia" (1994)

Escuela de Pájaros

A LA VIBORA, VIBORA... A la víbora, víbora, de la mar, por aquí quiero pasar. Las olas que se acercan, las olas que se van, y detrás de las olas, las olas más y más... Escamas de arco-iris, escamas de metal. ¡ya se durmió la víbora, ya quiere despertar! Camino de mi frente -caminito especial- si de mi frente sale, ¿quien lo puede alcanzar? En menos de un segundo conoce la ciudad; en lo que cierro un ojo por el aire se va; siguiendo mariposas deja juegos atrás y toca de repente, la víbora de la mar. Aunque niño me llamo y no puedo nadar muchas islas descubro sentado en mi diván. Al agua marinera, que baila por bailar, sin mojarme la blusa la puedo atravesar. Caballito marino, caballito de sal, con brida de canciones te logro sujetar. ¿En dónde llora y llora la niña tempestad? ¿En dónde crece, rojo, el árbol de coral? Iremos galopando -rataplán, rataplán- caballo de los tumbos, que sabes galopar. ¡Qué praderas de espuma! ¡Qué montañas