SARA PALMA DE JULE
Francisco Andrés Escobar
Prólogo
Allá, en un tiempo suave y
mágico, un niño estuvo presente en el corazón de nosotros. Era un tiempo lento,
dulce, apuntalado hacia adentro por una fe y extendido hacia adelante por la
esperanza.
Era un tiempo bueno, de extraños
misterios. Era la región celeste de los enormes sucesos que acontecen más allá
del rostro de las cosas. Las naranjas tenían rubores y fabricaban almíbares de
sol; los luceros hacían guiños enamorados a las dormidas rosas, mientras los
grillos organizaban alargadas francachelas bajo el rostro severo de la luna.
Los pájaros pintaban con música, haciendo del amanecer una dorada cantata; las
petunias-hablaban con voces de color que se adentraban en el reino de los
árboles; los cangrejos ensayaban sus complicados bailes en la brillante ribera
de las aguas; las nubes diseñaban caprichosos dibujos sobre el dominio blanco
de los ángeles y los duendes ...
Tiempo aquél presidido por el
circo que llegaba puntual todos los años, con su carga de leones, trapecistas y
los amados payasos. Era el tiempo del cumpleaños esperado y de la piñata
quebrándose en trocitos de alegría. Era la estación de navidad ... aquella
navidad que también venía puntual, con sus luces, sonidos, colores y, a veces,
con una apretada lágrima en el corazón, que se fugaba lentamente por los ojos
... a veces sin saber por qué.
Amado tiempo aquél, con olor a
canela en la cocina y con invitaciones de sabor esperado. La mesa, el cesto de
los panes, la comida sagrada y cotidiana en los días de lluvia y en el tiempo
de sol. Y presidiendo todo, como en altar bendito, la presencia del abuelo, de
la abuela, del padre y la madre, y de todos aquéllos que construían amor. Ellos
también eran dulces retratos de este marco de gloria. Aún su
ausencia, o el extraño temblor de su carácter, tenían algo que, después de
tormentas y marismas, reponía la calma en su equilibrio justo y necesario.
Cuando después fuimos mayores -gente crecida y
lanzada por los diversos caminos de la vida- aquel tiempo de plenitud se fue
escondiendo en los resquicios del alma. Y allí se quedó. Arropado en la tibieza
del recuerdo, dormitando dentro de nosotros. Allí vive, matizando por momentos
nuestras perennes emociones.
A veces ese tiempo de fulgor vuelve a nosotros: en
el sueño, en momentos especiales de la vida consciente, o en el cuadro de las
memorias que construimos desde una serena y dulce soledad. La
luz
de aquellos días vuelve a tocamos las manos y es entonces cuando, sobre la
sonrisa, se inscribe el surco de una lágrima por todo lo que fue.
SURTIDOR DE TRINOS, de Sara Palma de Jule, nos
restituye ese mundo de las cosas amadas de aquel tiempo. Está hecho a partir
del niño que llevamos acunado en la intimidad más celosa. Si bien son versos
sencillos, para ser leídos por niños -en tanto hablan de su mundo mágico y
afectivo- también son versos que nos dan a los adultos el testimonio de un
mundo en que estuvimos.
Este libro, bellamente ilustrado además, será una
especie de pequeña almohadita de descanso. En ella los niños de hoy verán su
mundo hecho de color y palabra; los que en un ayer lejano abandonamos la
infancia, los crecidos hombres de estos días aciagos, podremos recostamos en
ella suavemente, entregamos al recuerdo de aquella estación de frescura y
escuchar el tierno mensaje de aquel niño que llevamos en 10 mejor del alma.
EL CIRCO
Ha llegado el circo
con sus cuatro leones,
grandes elefantes
con sus cuatro leones,
grandes elefantes
y traviesos monos.
Trae unos perritos
bien amaestrados,
que sobre dos patas
bailan abrazados.
bien amaestrados,
que sobre dos patas
bailan abrazados.
¡Cómo me emociono
con los trapecistas!
Luces y colores
adornan la pista.
con los trapecistas!
Luces y colores
adornan la pista.
A todos aplaudo,
a todos los quiero ...
¡pero es al payaso
a quien yo prefiero!
¡pero es al payaso
a quien yo prefiero!
Fuente: Palma de Jule, S. (1998). Surtidor de Trinos; poesía infantil. (1a. Ed.). San Salvador, El Salvador: Clásicos Roxsil.
Comentarios
Es una poesía con mucha fantasía y alegría infantil.
Mercedes Peraza.