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Jaraguá

                                              Jaraguá; novela de las Costas de El Salvador



"Jaraguá " de Napoleón Rodríguez Ruiz
1. Argumento.
La obra se desarrolla bifurcada en dos historias: la de la Loncha y la de Jaraguá, su hijo.
a) La Loncha tiene a Jaraguá, Nicasio o Casio, con Marcia, mozo de la hacienda Las Palmeras. La Loncha es hija de don Salvador Mirón, español duro y aventurero, solterón, que se había ambientado en la costa. Contrabandista primero, logra después levantar una buena fortuna, que le permite convertirse en rico hacendado. Con una guatemalteca tuvo una hija natural: la Loncha, que se crió a su lado. El conflicto surge cuando la Loncha llega a ser una hermosa muchacha. Marcia se enamora de ella; ha sido criado por su abuela Na Silve, vieja refranera. Un rival aparece: Ciriaco, con quien Marcia tiene un duelo a muerte y a machete. Mátanse Marcia y Ciriaco. A este último lo remata, de un tiro por la espalda, Manuel, sobrino de don Salva, que había llegado a Las Palmeras a pasar vacaciones, y que había tratado de violar a la Loncha. Huye ésta de Las Palmeras. Busca trabajo. Las amas de casa la despiden al notar su embarazo. En el monte da a luz a Jaraguá. Allí la encuentra la señora Adelaida, que se la lleva grave de fiebre puerperal a su rancho, donde vive con su hijo Braulio. Repónese la Loncha gracias a los cuidados de esa buena gente, a cuyo lado se aquerencia. Braulio le hace un rancho para que ella viva aparte con su niño tierno. Braulio se enamora de la Loncha, pero es tímido y no se lo dice hasta más adelante.
b)    Jaraguá, muy inteligente y simpático, destácase en la escuela rural.
Ya adolescente busca trabajo para ayudar a su madre. Don Pancho, patrón de El Carrizal, le da trabajo. Más tarde lo hace caporal de los campistas del rodeo, al descubrir sus cualidades intelectuales y don de mando. Al principio, las relaciones de Jaraguá con sus compañeros de trabajo no son buenas. El Zonto se burla de Jaraguá, pero éste logra imponérseles y se gana su buena voluntad. Sucede esto en la montaña, cuando la captura del toro "sarado", que estuvo en un tris de empitonar al Zonto. Jaraguá lanza el pial a los cuernos del toro y salva al Zonto, que lo llega a querer mucho. En el velorio del muertecito del señor Ulalio, Jaraguá conoce a la Janda; se gustan y Jaraguá la hace suya, fuera del rancho, cuando ya todos los concurrentes están "bolos" a causa de las fuertes libaciones de chicha casera. Don Pancho le encarga luego de ir a la frontera con el otro Estado a entregar una partida de ganado. De noche los campistas se pierden en el camino, pero lo hallan al amanecer y llegan a la frontera, donde los aguardan los "chapines".
Braulio y la Loncha se han quedado solos al morir la señora Adelaida arrastrada por impetuosa correntada, tras la "tapayagua" o temporal torrencial. Jaraguá los visita y anima a casarse, lo que hacen al día siguiente ante el alcalde de la población. Tratan de retener a Jaraguá, pero éste regresa a la hacienda El Carrizal.
Finalmente, don Salvador, arrepentido, mándale una carta. Le confiesa a Jaraguá que es su abuelo y que Ña Silve, al morir, le ha dejado cinco mil pesos. Don Pancho, el patrón, lo felicita. Pero sus compañeros se entristecen, pensando que ahora que es rico los va a dejar. Jaraguá decide quedarse trabajando con ellos.
Don Pancho lo nombra su mayordomo. Jaraguá pide al señor Ulalio la mano de la Janda para casarse con ella, y el viejo accede contento.

2. Estructura.
La obra está integrada por 15 capítulos de relativa longitud. Cada subcapítulo está marcado tipo gráficamente por un asterisco. La integración se logra por medio del hilo del discurso, siempre firme aunque flexible. La narración es de tipo lineal. No hay rupturas de tiempo ni reversibilidad temporal. Hay algunas digresiones -temas- como las que el autor hace por su propia cuenta sobre la tierra como fuente primordial del trabajo humano; la tradición-superstición; la vivienda y la alimentación. Omniciencia de autor. Personajes vistos desde el exterior con reacciones bien motivadas. Nada de monólogo interior ni de flujo caótico de la conciencia de los personajes o agentes. El marco de la novela es el que tipificó Rómulo Gallegos en Doña Bárbara principalmente, o sea el caractestico de la novela realista y costumbrista de ambiente campesino y de tendencia social. Tipo de novela más bien cerrado. Se trata de un mundo completo. Uso del tiempo verbal casi siempre en pasado. Espacio bien acotado, entre la Barra de Santiago y el Estero del Zapote; con su flora y fauna, con sus potreros y montañas, con sus playas y esteras. Ganado y pesca como fuentes de trabajo. Cuatreros y ciénagas. La selva con sus misterios y el mar con su abismática presencia. El grupo de campistos primero como contrapunto a Jaraguá, el protagonista, luego armónicamente compenetrado con él por medio del cariño y de la admiración.
El eje erótico constituido por la Janda y Jaraguá fundidos en amor sincero y fuerte. Breves introspecciones. Escenas bien articuladas. Descripciones llenas de colorido, con toques líricos a veces. Diálogos vivos y frecuentes de acuerdo con el habla coloquial de patrones y campesinos; metáforas no vanguardistas, pero atrevidas. Discurso lógico; materiales bien organizados y entrabados. Construcción, no fluidez como p. ej. en Trenes de Miguel Ángel Espino. La psicología y costumbres del campesino y del pescador costeño están reciamente descritas.
Trama coherente, de hilos bien urdidos. Dinamismo e intensidad en la acción.

3. Recursos estilísticos.
El novelista utiliza el pretérito imperfecto con más frecuencia que el presente de indicativo: "La Loncha estaba recostada... viendo la partida del muchacho, quien lanzaba... miradas llenas de dulzura". En cambio, para las descripciones usa el presente: "Son ellas. Las inditas de mi tierra. Domingueras, olorosas a agua de katanga... “Los giros tienden casi siempre a la amplitud. El sintagma progresivo predomina en el discurso narrativo; el no progresivo en las descripciones. Párrafos cortos, otros moderadamente largos.
El asunto, o sean las costumbres de la costa, está bien observado sobre todo en los detalles del encierro del ganado, la llevada del mismo a la frontera; en el uso apropiado de los términos para denominar las cosas (denotación). Los temas son las digresiones ya apuntadas. Los motivos: noche estrellada, selva rumorosa, aguas torrenciales, pastizales olorosos. En cuanto al valor connotativo de la obra, vale apuntar que Rodríguez Ruiz relata su propia experiencia del campo, en la hacienda familiar frente a la costa; esta experiencia es lo vivencial de su novela y la raíz de su lenguaje. Adjetivación y epítetos acertados.

4. Lenguaje.
En los diálogos el novelista emplea el lenguaje de los campesinos -y también el de los pescadores- de ese tramo costeño del Occidente de El Salvador. Uno y otro lenguaje apenas difieren. El autor los conoce desde la infancia en todos sus significados y matices. El habla de la refranera Ña Silve hipocorístico de niña Silveria-; el habla del Zonto, con palabras y frase intencionadas; el habla afectuosa y tierna de la Janda, viril en Jaraguá. En este aspecto el dominio del novelista es completo. Tanto es así que un lingüista colombiano -Publio Gonzáles Rodas- tiene un libro: Jaraguá, una Novela Salvadoreña, (Estudio Fonológico), donde analiza los elementos fónicos del lenguaje salvadoreño, tal como aparecen en la novela de Rodríguez Ruiz. Estúdiala desde el ángulo qué sufre la lengua a través del trajín cotidiano por una determinada masa hablante. El fonólogo destaca los fenómenos de asimilación y desasimilación. Ej. de asimilación: caidiza por caediza; jirimisquiando por lloriqueando (de jeremiada: "lamentación exagerada de dolor"); innorancia, lumbriz, umbligo, etc. Desasimilación: ae ai: Cair, faina, maishtro, Rafaila, tráin... En eo io: piones, pior, riojo; oe ue: cuetes, pueta, etc. Estudia los metaplasmos frecuentes en el lenguaje salvadoreño. Prótesis: afigúrese, ajuntar (de vocales; dentonces, jolote (por olote) (de consonantes). Epéntesis: intercalación de un sonido en el interior de la palabra: la y que destruye el hiato en ocasiones: brujeriya, cacareyo, tastaseyo, bacalago, compriende, canoga... Paragoge: adición de una e o de una vocal finales: ferosa por feroz; rede por red; héi encontrado por he encontrado; vido (forma verbal anticuada del pasado indifnido de indicativo) por vio (tercera persona sing.); o vide por vi. Aféresis: supresión de una letra al principio de vocablo: amonós por vámonos; se biá venido por se había venido; Casio, Chilo, Mingo, hipocorísticos de Nicasio, Cecilio, Domingo. Apócope: supresión de letras finales: Aguén por ha bueno; cuadrupe por cuadrúpedo; Marcia, Magda, Panta, Salva, Timo, Sole, hipocorísticos de Marcial, Magdalena, Pantaleón, Salvador, Timoteo, Soledad, etc. Síncopa: desaparición de un sonido, o de un grupo de sonidos, en el interior de una palabra, resultando una forma sincopada: crémelo por creémelo; crés por crees; rir por reír; ivierno por invierno; vigié por vigilé. Metátesis: inversión o transposición de letras en una palabra: aiba por iba; convalecienza por convalecencia; culeca por clueca. La ultracorrección: comparanza por comparación; actomóviles, experencia, pacencia,... En tracción, traccionero por traición y traicionero, hay una consonantización de la vocal.
Jaraguá es, desde el punto de vista del lenguaje, toda una mina fecunda y también dentro de la estilística. Hace años, para el caso, fui consultado por un lingüista sueco de la Universidad de Leiden acerca de las particularidades del habla que presenta esa novela.

5. Ambiente.
El de la costa del Occidente de El Salvador en una hacienda ganadera.

Fuente: Gallegos Valdés, L. (1996). Panorama de la Literatura Salvadoreña; del período precolombino a 1980. (4ª. Ed.). San Salvador, El Salvador: UCA Editores.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
esa es la obra completa ??

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