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Iconografía de Gavidia

Fotografía del matrimonio de don Francisco Gavidia con la señorita Isabel Bonilla, el 14 de septiembre de 1887.
   Busto de Gavidia, Por Valentín Estrada. Foto de Hugo Lindo
El Homenaje a Gavidia, en el Instituto Católico de Oriente, el 25 de marzo de 1939, año de su coronación en San Miguel. En la foto aparecen entre otras personas: Doctores José de Jesús Zamora, Carlos M. Peña, Inocente Segovia y Pedro Urquilla y señores: Joaquín Cárdenas, Alfonso espino, Francisco R. Osegueda, Ricardo Trigueros de León y Bernardino Zamora.
Francisco Gavidia con el Embajador de México, Licenciado Victor Alfonso Maldonado, en enero de 1951.
Homenaje a gavidia en San Miguel, el 26 de marzo de 1939, en la calle que lleva su nombre. Aparecen doña Izabel de Gavidia y su nieto Pepito, don Francisco Monterrosa Gavidia, Doña María Loucel, General José María Peralta Lagos, don Nicolás Canelo, Pbro. Ventura Cruz, don Ricardo Trigueros de León, Dr. Carlos M. Peña.
       Francisco Gavidia en su estudio. Foto de Trigueros de León.
        Condecoraciones y medallas de don Francisco Gavidia
                           Gavidia en 1952. Foto de Hugo Lindo
                                  Gavidia por Toño Salazar
                          Gavidia Muerto. Por Valero Lecha


Fuente: CULTURA. Revista Bimestral del Ministerio de Cultura. Septiembre-Octubre de 1955. San Salvador: El Salvador.










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A LA VIBORA, VIBORA... A la víbora, víbora, de la mar, por aquí quiero pasar. Las olas que se acercan, las olas que se van, y detrás de las olas, las olas más y más... Escamas de arco-iris, escamas de metal. ¡ya se durmió la víbora, ya quiere despertar! Camino de mi frente -caminito especial- si de mi frente sale, ¿quien lo puede alcanzar? En menos de un segundo conoce la ciudad; en lo que cierro un ojo por el aire se va; siguiendo mariposas deja juegos atrás y toca de repente, la víbora de la mar. Aunque niño me llamo y no puedo nadar muchas islas descubro sentado en mi diván. Al agua marinera, que baila por bailar, sin mojarme la blusa la puedo atravesar. Caballito marino, caballito de sal, con brida de canciones te logro sujetar. ¿En dónde llora y llora la niña tempestad? ¿En dónde crece, rojo, el árbol de coral? Iremos galopando -rataplán, rataplán- caballo de los tumbos, que sabes galopar. ¡Qué praderas de espuma! ¡Qué montañas

Sara Palma de Jule

                                                             Sara Palma de Jule Nació en Santa Ana. Se graduó como maestra normalista en la Escuela Normal "España", habiendo obtenido el primer lugar de su promoción. Colaboró con  El Diario de Hoy con la "Revista Dominical" de La Prensa Gráfica. Durante varios años trabajó en las Empresas DIDEA, donde fungió como secretaria del magnate don Luis Poma. A su vocación poética se une su ingenio e indiscutibles dotes intelectuales. Una escuela de la ciudad de Apopa lleva su nombre. Es miembro del Ateneo de El Salvador, Ateneo Salvadoreño de Mujeres, Unión de Mujeres Americanas UMA, Organización Mundial de Educación Preescolar OMEP y Club de Mujeres de Negocios y Profesionales. Ha viajado por Guatemala, Costa Rica, Panamá, los Estados Unidos, España, Francia, Italia, Suiza y Austria. Obras publicadas: "Surtidor de Trinos" (1982), "Tranvía de Ilusiones" (1984), "Fantasia" (1994)

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                                                                     Claudia Lars Tierra de infancia es el lugar estético donde el pasado de la realidad, recuperado a través del recuerdo, alcanza actualidad por la prosa poética concretada en diversas formas estilísticas. No es, por tanto, un libro de cuentos; mucho menos una novela. Es, sencillamente, realidad del mundo y del hombre actualizada poéticamente en la dimensión de los hechos y en la dimensión de sus significados. Quizá por eso convenga mejor ir pensando en Tierra de infancia como en un libro de "memorias poéticas." En Tierra de infancia , Claudia Lars, pasada buena   parte de la vida, se empeña volitivamente en actualizar el recuerdo de un lapso importante para ella, la infancia, con origen y finitud como toda experiencia de la vida. Tierra de infancia está impregnada de amor, de alegría y de ternura. Es el rostro del amor personal, el habido por cada hecho y el habido por cada recuerdo. Pero también en Ti