CORINA BRUNI
Un
niño sediento y muerto de hambre, llegó una mañana de un brumoso mayo, a
orillas de un árido cráter volcánico. Tomó asiento el niño sobre una alta roca,
e imploró a los cielos algún refrigerio.
Atenta
y conciente, lo escuchó una nube, y pidió permiso de volverse lluvia. Refrescó
la lluvia al sediento niño; pero éste aún hambriento y lleno de miedo, se
sintió muy solo en aquel desierto, y entonces lloró con gran desconsuelo. Sus
preciosas lágrimas rodaron al suelo, cual gemas caídas de un mágico vuelo.
Y ya confundidas con la fresca lluvia, inundaron el cráter volcánico. Se formó allí un lago, un hermoso lago. Al verlo nuestro héroe salto de contento ante tal prodigio y, maravillado, deseó navegar en barca o en balsa; más no había balsa ni playa
.
Pensó el niño entonces: “Lo que deseo, podría agradarle a la demás gente". Y de nuevo quiso pedir algo al cielo, más no para sí, sino para el lago.
Arriba, de nuevo oyeron su ruego; y del propio centro del lago, surgió un genio indio de rostro pintado, cabello en dos trenzas y pecho tatuado. Repleta de flechas colgaba una aljaba. Ceñía su frente una cinta plateada, sostenida de una nívea pluma de ánade. Lucía, asimismo, brazaletes de oro, collares de jade, y aretes colgantes en cuero labrado.
Y ya confundidas con la fresca lluvia, inundaron el cráter volcánico. Se formó allí un lago, un hermoso lago. Al verlo nuestro héroe salto de contento ante tal prodigio y, maravillado, deseó navegar en barca o en balsa; más no había balsa ni playa
.
Pensó el niño entonces: “Lo que deseo, podría agradarle a la demás gente". Y de nuevo quiso pedir algo al cielo, más no para sí, sino para el lago.
Arriba, de nuevo oyeron su ruego; y del propio centro del lago, surgió un genio indio de rostro pintado, cabello en dos trenzas y pecho tatuado. Repleta de flechas colgaba una aljaba. Ceñía su frente una cinta plateada, sostenida de una nívea pluma de ánade. Lucía, asimismo, brazaletes de oro, collares de jade, y aretes colgantes en cuero labrado.
El
niño entretanto estaba perplejo.
-¿Qué quieres de mí?-Preguntole el genio- Puedo concederte tan sólo un deseo.
Y el niño, aunque hambriento, no pidió alimento, sino una ancha playa de fronda bordeada y balsas y barcas muy bien equipadas, para navegar en el quieto lago.
Aunque en realidad eran dos deseos, se los concedió el robusto genio, y se sumergió de nuevo en las aguas.
Nadie nunca supo qué fue de aquel niño. Si atracó en alguna isleta lejana, y en ella vivió muchísimos años, convertido acaso en un ermitaño. Pero yace hermoso y radiante el lago, rodeado de playa y fresco verdor. Y se miran siempre las barquillas ancladas, como testimonio de un altruista amor.
-¿Qué quieres de mí?-Preguntole el genio- Puedo concederte tan sólo un deseo.
Y el niño, aunque hambriento, no pidió alimento, sino una ancha playa de fronda bordeada y balsas y barcas muy bien equipadas, para navegar en el quieto lago.
Aunque en realidad eran dos deseos, se los concedió el robusto genio, y se sumergió de nuevo en las aguas.
Nadie nunca supo qué fue de aquel niño. Si atracó en alguna isleta lejana, y en ella vivió muchísimos años, convertido acaso en un ermitaño. Pero yace hermoso y radiante el lago, rodeado de playa y fresco verdor. Y se miran siempre las barquillas ancladas, como testimonio de un altruista amor.
FUENTE:
El Salvador, Ministerio de Educación. (2007). Lenguaje 5º. Grado. Colección
Cipotas y Cipotes. San Salvador: MINED.
Comentarios