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El Corazón de Cuatro Espejos

David Escobar Galindo

NOTA EDITORIAL

Hombres de leyes y de letras, eminentes en una o ambas disciplinas, preceden en el árbol familiar, la presencia de David Escobar Galindo. Un hermano de su tatarabuelo fue en España, juntamente con Zorrilla, dramaturgo de grandes éxitos de vibrante nombradía: don Antonio García Gutiérrez. Más tarde, don Francisco Galindo, bisabuelo de nuestro poeta, tuvo relieve en el foro nacional y se distinguió como orador, jurista, político y dramaturgo. Su figura tiene sitio visible en nuestra historia. Actualmente, un humanista esclarecido prestigia con su solo nombre nuestro hacer jurídico y filosófico: el maestro Reynaldo Galindo Polh.David, pues, "no lo hurta". Lo trae en su caudal, como una herencia de la sangre y del espíritu. He aquí por qué su poesía, desde el primer instante, presenta un insólito sello de madurez. Pareciera haberse decantado, filtrado, aposado, en muchos y muy hondos tiempos de los que la memoria no tiene memoria.Tres notas se advierten como partes integrantes de esta madurez, a poco que se medite en ella: la una, es puramente formal, las otras dos, sustanciales. Las dificultades de captación y de comprensión que suelen significar para el gran público las libertades expresivas, han servido a muchos artistas como parapeto o escudo, detrás del cual no es difícil descubrir la impotencia del manejo de materiales, ya sean éstos verbales o plásticos. En las nuevas generaciones de poetas salvadoreños, David es paradigma de autenticidad sin claudicaciones ni desmayos. No cede ante consignas ni modas. No se arrellana en la pereza facilona ni en la facilidad perezosa. Por derecho propio, se halla en el muy escaso coro de los Poetas con inicial mayúscula.

HUGO LINDO




                       Caricatura de David Escobar Galindo por Toño Salazar



INSCRIPCION

Los poderes organizados
confunden los tiempos del verbo.
El futuro con el mañana,
y el pasado con el pretérito.
Confunden -diabólicamente-
lo
s tiempos del verbo en el tiempo.

LA HISTORIA

La historia la escriben los hombres
-dijo un sangriento Presidente.
Pero la historia no se escribe;
la historia es agua en su corriente,
y arrastra todo lo visible
con la sustancia transparente.
La historia la escriben los hombres,
pero lo escrito es lo aparente.
 
 
Fuente: Escobar Galindo, D. (1976). El corazón de cuatro espejos. (1a. Ed.). San Salvador, El Salvador:  Dirección de Publicaciones.

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