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Al Otro Lado del Mar y Otras Voces; Dramaturgia de Jorgelina Cerritos

Jorgelina Cerritos


En Centroamérica la dramaturgia está siendo desterrada progresivamente de los anaqueles, las libreras y librerías. Esto responde al poco interés que existe en los lectores hacia el teatro como literatura, quizás por la calidad de lo que se escribe actualmente o por el constante bombardeo del cine y la televisión. Las editoriales prefieren publicar una novela o un poemario, que les resultará más rentable, antes que una comedia o una tragedia. El teatro se está convirtiendo, entonces, únicamente en un arte escénico, un hecho artístico efímero.
Es reconfortante encontrar, pues, dramaturgos y dramaturgas necias, empecinadas en eso de que el teatro también es literatura, que no niegan la necesidad de la escena pero que ven la dramaturgia como la base fundamental del teatro y que generan obras dramáticas que pueden ser montadas o leídas indiscriminadamente.
Jorgelina Cerritos es un ejemplo de esas dramaturgas necias y necesarias. Sus dramas han sido reconocidos a nivel internacional y han hecho visible este estrecho territorio centroamericano en la vasta dramaturgia universal. Sus personajes manejan un lenguaje cotidiano y sus estructuras responden a las necesidades propias del drama alejándose del simple formalismo. El ritmo dramático se subordina también a las necesidades de los personajes contrastando diálogos sumamente picados, que hacen sentir en el lector una cierta violencia, con monólogos internos llenos de poesía y calma.
En Al otro lado .del mar, Cerritos coloca frente a frente a dos personajes sumamente contrastantes: Dorotea y Pescador. Dorotea es la representación de lo establecido, de "lo que debe ser", es la personificación de alguien que se encuentra en un sistema donde todo funciona "correctamente", ese sistema que nos convierte a todos en engranes y nos obliga a perder nuestra humanidad manidad, nuestros sueños, nuestra esencia. Ella incluso ve la vida como algo que debe vivirse porque así está establecido. Dorotea únicamente escapa en sus soliloquios, sus monólogos interiores donde se encuentra con aquellos que nunca fueron porque el sistema no se lo permitió: sus hijos que nunca existieron, el hombre al que ama que nunca existió, su vida misma, su esencia. Pescador, en cambio, pareciera que ha crecido en un mundo paralelo, aislado totalmente de todo y de todos. Experimenta, ahora que es adulto, todo lo que cualquiera, a su edad, ya ha vivido: el encuentro con otras personas, la amistad, el amor. Pescador descubre y nombra todo lo que se encuentra con la misma potestad que tuvo Adán en su Paraíso, nombra las cosas por lo que son y no por lo que los demás quieren que sean, por eso el perro es Perro y la barca es Barca porque no se necesita otra cosa más que la esencia de cada cosa. Sólo le hace falta algo: descubrirse a él mismo. Pescador es un personaje puro, sin contaminantes, sin cargas ajenas y sin pendientes. Dorotea le debe la vida al deber y siente que su obligación es cumplir con lo que se le ha asignado.
El encuentro entre estos dos personajes tan contrastantes podría haber sido bastante violento pero la autora nos regala un encuentro muy tranquilo, mágico incluso, que nos hace recordar Macondo y el París de Cortázar. En el plano metafórico Al otro lado del mar puede representar el encuentro de dos culturas en la actualidad, ese mismo encuentro que se dio hace más de 500 años y que cambió el curso de la historia. Pescador es esa Latinoamérica que busca lo que se le fue arrebatado, ese desarrollo natural que se le fue negado y sustituido por otro desarrollo extranjero, impuesto y que además ya había madurado. Esa Latinoamérica que exige ser reconocida pero no bajo los patrones establecidos por la historia de los conquistadores, de los invasores, sino reconocida por su esencia misma. Por eso él inicia su propio génesis, su propia creación sin artificios y sin ayuda de terceros, su propio creador es él mismo y sólo pide el reconocimiento. Dorotea es el claro ejemplo de una persona conquistada, con deberes que le son ajenos y que la han hecho desperdiciar su propia vida. Ella carga con esa historia que se enseña en las escuelas, esa historia dictada por los ganadores, llena de prejuicios y omisiones. Pescador, en cambio, no ha sido afectado por esa historia que tiene Dorotea en su espalda, esa historia de los que imponen y crean máquinas que necesitan ensamblajes y no personas. Pescador exige ser reconocido pero no como parte de esa maquinaria sino que pide se respete su esencia misma: él es un pescador y por eso es Pescador. La Latinoamérica que plantea Jorgelina Cerritos en Al otro lado del mar es la que acaba de nacer en pleno siglo XXI, esa que va caminando a pasos grandes hacia el futuro y que no se conforma con ver simplemente al horizonte sino busca atravesarlo.
En Respuestas para un menú Cerritos presenta los resultados de la incomunicación. Clara y Héctor viven la rutina del día a día y se dejan llevar por ella, pero son arrastrados a corrientes poco amistosas. Pero es Clara la que despierta de ese letargo y trata de escapar conscientemente de esa relación destructiva por su pasividad. Héctor parece no darse cuenta de lo que pasa alrededor y por eso, cualquier esfuerzo por mantener su unión con Clara provoca más distancia entre los dos. Las conversaciones entre ambos se convierten en verdaderas batallas donde ninguno sale vencedor. Los personajes no hablan, pelean. Pero, al igual que en Al otro lado del mar, los personajes encuentran un escape dentro de ellos mismos y es en los monólogos internos donde su verdadero yo asoma. Sin embargo no hay paz en esos escapes, hay una tortura constante ante las decisiones contundentes que desde mucho tiempo se debieron tomar, antes de llegar al automatismo y sentirse bien así. Los personajes ya no quiere ni siquiera cerrar los ojos para no entrar en los sueños ... en esos sueños que les hacen escapar y como consecuencia les aprisionan, ellos prefieren ver las figuras que se hacen en el techo de su habitación o esconderse en el silencio con tal de no torturarse. Héctor y Clara son dos personajes que nacieron para estar acompañados, el problema es que son incompatibles, uno no está hecho para el otro. Sin embargo la misma casa, la misma rutina, son los elementos que paradójicamente los mantienen unidos y a la vez los separan cada día más y más. Clara es consciente que ha dejado pasar su vida encerrada en esa casa de vidrio frio y silencioso; seguramente Héctor también ha dejado pasar su vida pero no es consciente de eso y se aferra a Clara de tal forma que sólo acelera la inminente separación. Ambos anhelan una vida mejor pero se han dado cuenta que la felicidad se ha ido con el tiempo, con la infancia. Se han dado cuenta que la vida no da segundas oportunidades.
El drama se dirige hacia un final necesario y que contiene un elemento perturbador y provocativo: la insoportable necesidad del otro. Pareciera que la autora nos dice que la vida misma repele la soledad y ese cuento de hadas del que habla Clara donde no cabe Héctor, es un verdadero sueño imposible y aunque parece un final cerrado nos deja la terrible espina de la duda de un posible encuentro futuro y el retorno a la tortura del convivir.
En Una ronda para José, Cerritos nos presenta una familia típica centroamericana, salvadoreña para ser exactos, de clase baja, trabajadora, en crisis: Ulla ha sido despedida de su trabajo, Memeyo no ha concretado un negocio importante y Gina siente cierto malestar en sus piernas que no terminamos de entender. El llanto de José y la aproximación de una fuerte tormenta son el marco ambiental de este drama que se desarrolla de manera simple y que recuerda la estructura de Edipo Rey, donde la llegada de personajes externos completa la información que necesitamos para comprender la historia y su mensaje. Las cosas no van bien en esa casa y Gina busca en personajes externos (el Padre, la Enfermera y el Psicólogo) la ayuda que necesita para calmar a José pues ellos son incapaces de resolver nada. Sin embargo, accidentalmente encuentran un momento de paz. La nostalgia y los recuerdos son el sitio de escape para poder sobrevivir este día a eso que amenaza afuera. Como en Al otro lado del mar la magia se siente y se centraliza especialmente en el llanto del niño y la tempestad que se aproxima. Los personajes son totalmente realistas y representan, con ciertos estereotipos, grupos sociales y profesionales de la actualidad.
A diferencia de los héroes clásicos los héroes actuales no surgen de las cunas de alta alcurnia sino que surgen del propio pueblo, de la pobreza incluso. Un héroe se enfrenta a algo superior, algo que lo sobrepasa y que, inminentemente, lo destruye. Así Edipo se enfrenta a su destino, Otelo a sus propias pasiones y John Proctor a una estructura social/religiosa que lo devora. La familia de José no le envidia nada a estos héroes. El llanto del niño y la tempestad que se aproxima son señales de aquello que esta familia, en específico, no puede manejar; aquello que es más grande que ellos, así como Edipo no puede pelear con su destino, esta familia no puede contra eso tan grande que los termina convirtiendo en héroes.
Pero a diferencia de Jasón, Edipo o Antígona, los familiares de José encuentran el arma que hace transformar las cosas: su propia niñez. Al regresar a su niño, a su niña, los adultos encuentran ese arma que los hace vencedores. El mal tiempo y el llanto de José se transforman en claridad y risa... un respiro realmente, el respiro que necesitan para irse a dormir y enfrentar el día siguiente que los espera y que seguramente mostrará su fea cara, pero ellos van armados, armados con sus recuerdos, con sus rondas, con la felicidad hallada y compartida, eso que tienen en común incluso con José: Ellos también fueron niños, fueron niñas, llora- ron sí, pero sobre todo rieron y eso los hace vencedores.
Cabe mencionar un rasgo estilístico de la dramaturgia de Jorgelina Cerritos: el uso de las acotaciones. En su teatro las didascalias se convierten en necesarias, por ejemplo la acotación final de Al otro lado del mar, esa entrada de Perro a escena es totalmente necesaria e indescartable ya que si bien podríamos tener un poco de duda sobre la historia que Pescador ha contado sobre él mismo y sus seres queridos, la llegada de Perro convierte en realidad todo el pasado de Pescador, y por consiguiente nos lleva al mundo de los posible. La mención de los días que van pasando no sólo dan una referencia a los días de la Creación sino que también hacen posible esos saltos temporales que hacen más dinámica la obra teatral.
En Respuestas para un menú la ceremonia de enterramiento de la muñeca en la arena se convierte en una analogía perfecta de la vida de Clara en esa casa de vidrio y hay que resaltar que, al igual que el encierro de Clara, el enterramiento de la muñeca es realizado por ella misma.
En Una ronda para José, la tormenta que se acerca y se ve a través de la puerta, el llanto de José y los dolores de piernas de Gina, representan al antagonista abstracto de la obra y al suprimir cualquiera de estos elementos, descritos en las acotaciones, el enfrentamiento final, con canciones y rondas, no podría llevarse a cabo.Aunque su conocimiento y manejo escénico es basto, el uso del lenguaje, el ritmo de sus dramas, la manera de enfrentar los temas y el desarrollo de sus personajes, convierten a Jorgelina Cerritos en una verdadera literata.
Jorgelina ha logrado trascender el teatro centroamericano y lo ha llenado de poesía, de realismo mágico y ha generado nuevamente la necesidad de poner el teatro, no sólo en las tablas, sino en los anaqueles, en las llbreras, en las mesas de noche y en las librerías.

René Estuardo Galdámez.
Dramaturgo y Director teatral.
Guatemalteco. 


Jorgelina Cerritos

Actriz y dramaturga salvadoreña. Premio Literario Casa de las Américas, 2010, en el género Teatro. Inició su formación artística en la disciplina de Teatro en 1990, habiéndose desarrollado como actriz desde 1993 y como dramaturga desde el año 2000, manteniendo una presencia constante en la escena salvadoreña hasta la fecha. Su voz dramática la ha ido conformando a partir de experiencias tan disímiles como formativas: el retorno a los orígenes con el maestro Filánder Funes, la ventana de la Creatividad sin Fronteras del maestro Fernando Umana y las didascalias de los dramaturgos José Sanchis Sinisterra y Arístides Vargas. Su obra literaria teatral cuenta con los reconocimientos: 


Gran Maestre en Dramaturgia Infantil, El Salvador, 2004.

Premio Literario Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 2010.

Premio Latinoamericano de Teatro George Woodyard, Estados Unidos, 2011.

Sus obras El Coleccionista y Respuestas para un menú, han sido llevadas a escena por su grupo de teatro Los del Quinto Piso y presentadas tanto a nivel nacional como internacional.

Además del Teatro cultiva la Poesía, géneros en los que escribe tanto para niños como para adultos.

A partir de los reconocimientos internacionales obtenidos, ha sido invitada a diferentes eventos literarios y teatrales para realizar lecturas, charlas y conversatorios sobre su obra en diversos países de Centro y Sur América.

Fuente: Cerritos, J. (2012). Al Otro Lado del Mar y Otras Voces; Dramaturgia de Jorgelina Cerritos. San Salvador, El Salvador: Pedagógica Ediciones



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