León Sigüenza
Considerando el primer fabulista salvadoreño en el estricto sentido del término, las crónicas y los trabajos en verso de León Sigüenza (1895- 1942), aparecieron en revistas y periódicos nacionales e hispanoamericanos de la época, como peculiares formas de crítica contra funcionarios públicos y otras conductas humanas. Es así como Sigüenza se convierte en el principal cultor salvadoreño de la fábula y se constituye en un digno sucesor de autores como Esopo, Fedro, Samaniego e Iriarte. Diputado a la Asamblea Nacional en 1933, Sigüenza se desempeñó como regidor y alcalde temporal de la ciudad de Cojutepeque. También fue diputado y miembro del cuerpo diplomático salvadoreño en las ciudades de Nueva York y Tokio. Su único libro, Fábulas, fue sacado a la luz de manera póstuma por iniciativa de sus familiares. A juicio de Carlos Cañas-Dinarte, prologuista de este libro, la obra de Sigüenza está imbuida por la tradición oriental del apólogo, incorporando elementos de la flora y fauna centroamericanas.
Sigüenza fue descrito como un ameno conversador, "con maneras y cortesía de oriental” que al igual que Oscar Wilde quiso hacer de su vida una obra de arte.
Los Dos Perros
Eran dos perros, cual más lanudo
que se tenían tal ojeriza.
que se tenían tal ojeriza.
que fue el motivo de las palizas
que les dio el amo, muy a menudo.
que les dio el amo, muy a menudo.
Y cierta tarde que se mordían
rabos, orejas, lomos y piernas,
hicieron públicas cosas internas
que por privadas no lo debían.
rabos, orejas, lomos y piernas,
hicieron públicas cosas internas
que por privadas no lo debían.
Tú el verdugo eres de los pichones
-dijo uno de ellos con timbre airado.
A lo que el otro responde, agriado:
-dijo uno de ellos con timbre airado.
A lo que el otro responde, agriado:
Tú te has comido varios lechones.
En ese instante, por mala suerte,
llegaba el amo, con pasos largos,
y como oyese tan graves cargos
llegaba el amo, con pasos largos,
y como oyese tan graves cargos
a los dos Perros les dio la muerte.
Hay animales que así les pasa
porque se olvidan de este consejo
porque se olvidan de este consejo
que siempre es nuevo por ser tan viejo:
La ropa sucia se lava en casa.
Fuente: Sigüenza, L. (1998). Fábulas. (5a. Ed.). San Salvador: Dirección de Publicaciones e Impresos
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