Ir al contenido principal

La Ventana en El Rostro

                                                Portada Editorial Universitaria. San.Salvador, 1980
PROLOGO

Huyendo de lo que podríamos denominar "prologo comercial" o "prólogo de simpatías", introducimos a este libro de Roque Dalton porque sus elementos imponen dos razones: una puramente de servicio a la cultura y otra de obligación ante el arte lindando con el acaecer político-social: vale aclarar para el primer caso, que se sirve a la cultura cuando hacemos hincapié -ajenos a intereses despreciables-  en las excelencias que el lector disfrutará páginas adentro del libro prologado.
La ventana en el rostro representa un alud de emociones y circunstancias, de satisfacciones, llantos   y compromisos; representa la síntesis de una vida batallada y batalladora no obstante que su autor apenas rebasa los veinticinco años de edad. Roque Dalton plasma en su libro la emoción de sus viajes alrededor de una cuarta parte del mundo, la circunstancia política de la ácida penitenciaría salvadoreña, la satisfacción de la fraternidad mundial, el llanto por la injusticia pro ter va o el amor frustrado y el compromiso de mantener levantada esa hermosa bandera cuyo símbolo conjuga al poeta de siempre con el hombre actual, un hombre responsable ante su tiempo y saturado por todas las inquietudes que le circundan en sus raíces. De ahí que no sea extraño descubrir el lirismo puro del hombre amante tras la aspereza del grito en el hombre condenador, denunciador insobornable del crimen dictatorial. El verso encendido de Roque Dalton ha logrado reconocimientos – contra jurados mojigatos y antitodo - como el Premio Centroamericano de la Universidad de El Salvador obtenido en tres ocasiones por el poeta: 1956, 1958 Y 1959, Y que sólo citamos para dar una idea de la calidad que preside a esta poesía por la que Miguel Ángel Asturias ha dicho que Dalton es uno de los tres mejores poetas jóvenes con que cuentan actualmente los seis países integrantes de Centro América. La ventana en el rostro es una especie deitinerario del poeta. un recorrido a través de experiencias que denotan los cambios sufridos por un hombre en marcha hacia la verdad, hacia la luz, hacia la solución de los problemas intrincados que afligen a la humanidad; por eso, La Ventana en el Rostro lo mismo da constancia de la leyenda que impresionó al oído infantil y de los días en el colegio jesuita, que de los momentos de pugna y descubrimiento vibrantes en el poeta, aun cuando este descubrimiento implique al hombre perseguido, calumniado, encarcelado y hasta nominado en una lista de los opositores al "gobierno" que en la madrugada próxima podrán ser descuajados de la vida. Queda asentado entonces, que Roque Dalton es un poeta y un político; le preocupa su arte congénito al igual que el comportamiento del Estado corrupto; sin embargo, no confunde conceptos, posee la fórmula para situar cada contenido en su expresión; logra continuamente buenas construcciones de poesía amorosa o cotidiana y de poesía política o social. Estas construcciones por lo regular siguen una pauta que impone la personalidad u originalidad del poeta, el temperamento para crear su propio ambiente, el estilo formado por la asimilación de los más diversos autores y obras. Leyendo con atención, vemos que esta Ventana
en el Rostro
del poeta no sólo le ha comunicado con temas y asuntos sino también con formas de expresión; vemos poemas de versos larguísimos y de telúrica sonoridad a lo Whitman, poemas sin puntuación intentando técnicas joyceanas, poemas imprecadores y sustanciales leonfelinescos, poemas de premeditadas incoherencias aparentes recordando las penumbras vallejianas; Dalton aprovechó todo lo que pasó por su ventana: su poesía se nutre por igual de las uvas, la leche y la miel bíblicas como de las oraciones que el día viernes a las doce de la noche pronuncian los brujos en favor de quienes deseen ser amados; nada desaprovechó Roque Dalton, y por supuesto no faltan los poemas de corte nerudiano con las enseñanzas positivas y negativas del patrón; Dalton ha heredado ciertos vicios del nerudismo, vicios --permítasenos la expresión-- a propósito, a sabiendas que devaloran el poema como arte cuando el deber por la patria mundial, por las causas populares, registra únicamente el sincero desbordamiento de la pasión desatada. En La ventana en el rostro Dalton salva el poema a base de la imagen o del simple símil, rara vez usa la música en el verso y casi nunca utiliza el color. A veces piensa más que poetiza (“Revisión de causa"); otras (como en "Hora de la ceniza") dibuja el sentimiento compartido:


              … y me cae el recuerdo, sin motivo,
             del primer perro a quien amé de niño.
          
             o muestra sentido de profundidad:

              Ahora llueve de nuevo.
             Nunca ha sido tan tarde a las siete menos cuarto
             como hoy.

         o cae en lugares comunes que no alcanzan la      
        conversión estética, que escapan a su varita mágica:

            Siento unas ganas locas de reír
            o de matarme.

  Roque Dalton es un buen poeta a pesar de sus retorcimientos en las construcciones sintácticas, de su poco cuido para evitar la reiteración de palabras sin razones retóricas y de conceptos oscuros en algunos versos que a la postre debilitan el poema; pero repetimos: el autor de La Ventana en el Rostro es un buen poeta, lo es por su gran sensibilidad artística como por su gran temblor humano; sólo en esas condiciones podemos explicarnos que haya dicho tanto en tan poco como en el poema "y sin embargo, amor":

     Hace frío sin ti,
     pero se vive.

        O bien en este otro poema escrito en la cárcel:

     La cárcel hace
     todo lo posible
     por doler:
    es la noche de hierro
    que nos cae de pronto;
    el pozo sin estrellas
    donde se olvida
    hasta el olvido,
    donde el silencio suena
    como un duro tambor
      desesperante.
      Pero hasta la cárcel
      puede llegar
      a amarse,
      cuando uno, tiene
      suficiente
      corazón.


Mauricio de la Selva
México, Abril, 1961


                                         Portada Dirección de Publicaciones e Impresos.1a. Ed., 1996

NOTA EDITORIAL

Roque Dalton tuvo una vida relativamente corta (1935-1975), pero le fue suficiente para escribir una vasta obra poética -la más influyente en la segunda mitad del siglo XX en El Salvador. Poeta rebelde desde sus años mozos abrevó en Neruda, en Vallejo y en los surrealistas-, sus motivos poéticos fueron constantes: el amor, la cárcel, el exilio, la lucha revolucionaria.
Vivió en México, en La Habana y en Praga; definió a Cuba como su segunda patria. Se codeó con algunos de los principales escritores de su tiempo; Julio Cortázar lo recordaba como un tipo de humor desbordante y de extremo rigor intelectual. Ambas cualidades también están en su poesía.
Su muerte, a manos de sus propios camaradas guerrilleros, se convirtió en un escándalo nacional e internacional, en desmedro de sus virtudes literarias. La Ventana en el Rostro fue su primer libro; en él están contenidas, sin embargo, las características de su quehacer poético: su lenguaje de ruptura, la voluntad conceptual, sus estructuras innovadoras.
Los poetas franceses, de Villon a Saint John Perse, quizás sean el principal nutriente de su poética; en sus poemas de personajes se encuentran ecos de Yeats y de Eliot. En cierto momento de aprensión -cuando había sido capturado por las fuerzas de seguridad salvadoreñas y estaba siendo interrogado por un agente de la CIA- confesó que su tradición literaria pasaba por Malraux, Hemingway, Kafka, Salarrué, Brecht y Henry Miller.
A mediados de la década de los 50, en San Salvador, junto al poeta guatemalteco Otto René Castillo, fundó el Círculo Literario Universitario, germen de un movimiento que renovó la literatura salvadoreña. Con su poemario Taberna y Otros Lugares ganó el Premio Casa de las Américas en 1969. Publicó un libro de testimonio fundamental para el estudio de los acontecimientos relacionados con la insurrección campesina de 1932, Miguel Mármol, y una novela-collage titulada Pobrecito Poeta que Era Yo (1976). Su pasión por el estudio de la historia nacional también quedó plasmada en una monografía y en su libro Las Historias Prohibidas del Pulgarcito (1974).
Nació en San Salvador, un 15 de mayo, hijo de un acaudalado norteamericano y de una enfermera salvadoreña. Estudió en el colegio de los jesuitas. Fué asesinado un 10 de mayo, sin que hasta la fecha se sepa dónde reposan sus restos.

Su obra poética incluye los siguientes libros:

La Ventana en el Rostro (1961).
 El Turno del Ofendido (1962).
 El Mar (1962).
 Los Testimonios (1964).
 Taberna y Otros Lugares (1969).
 Los Pequeños Infiernos (1970).

Póstumamente se publicaron:

Las Doradas Cenizas del Fénix.
El Amor me Cae Más Mal que la Primavera.
Un Libro Levemente Odioso.
Los Hongos.
Poemas Clandestinos.
Un Libro Rojo para Lenin.

                                                                        Roque Dalton

Fuente: Dalton, Roque.(1980). La Ventana en el Rostro. San Salvador: Editorial Universitaria.
               Dalton, Roque.(1996). La Ventana en el Rostro. (1a. Ed.). San Salvador, Dirección de   
               Publicaciones e Impresos.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
deverian aser todo el trabajooooooooo por q da gueba estar pensando :p
Unknown ha dicho que…
Jajajaajajajajajajajajaqjqjajajajqjqjqja




Entradas populares de este blog

Bombas (Folklore Oral de El Salvador)

Si el sol del cielo cayera, Y al caer se quebrara, Sin duda de sol sirvieran Los ojos de tu cara. El gallo de la vecina, Qué triste y alegre canta; El que duerme en casa ajena De mañana se levanta. Dicen que tienes dinero Y orgullo para gastar, Gastálos poco a poquito, No se te vaya a acabar. Ayer salí de mi casa Arrastrando mi camisa, Sólo por venir a verte, Carita de lagartija. Limoncito, limoncito Cortado de una ramita, Dame un abrazo apretado Y un beso de tu boquita. Una vieja con un viejo Cayeron dentro de un pozo, Y la vieja le dijo al viejo ¡Hay que baño tan sabroso! ¿De qué le sirve a tu nana, Ponerle tranca al corral, Si te has de venir mañana, Salga bien o salga mal? Zipote, nariz de moronga, Andá donde tu nana, Que te la componga. Ayer pase por tu casa, Me tiraste una iguana, Yo la tomé de la cola Pensando que era tu nana. Ayer pasé por tu casa, Me tiraste una rata Yo la

Sara Palma de Jule

                                                             Sara Palma de Jule Nació en Santa Ana. Se graduó como maestra normalista en la Escuela Normal "España", habiendo obtenido el primer lugar de su promoción. Colaboró con  El Diario de Hoy con la "Revista Dominical" de La Prensa Gráfica. Durante varios años trabajó en las Empresas DIDEA, donde fungió como secretaria del magnate don Luis Poma. A su vocación poética se une su ingenio e indiscutibles dotes intelectuales. Una escuela de la ciudad de Apopa lleva su nombre. Es miembro del Ateneo de El Salvador, Ateneo Salvadoreño de Mujeres, Unión de Mujeres Americanas UMA, Organización Mundial de Educación Preescolar OMEP y Club de Mujeres de Negocios y Profesionales. Ha viajado por Guatemala, Costa Rica, Panamá, los Estados Unidos, España, Francia, Italia, Suiza y Austria. Obras publicadas: "Surtidor de Trinos" (1982), "Tranvía de Ilusiones" (1984), "Fantasia" (1994)

Escuela de Pájaros

A LA VIBORA, VIBORA... A la víbora, víbora, de la mar, por aquí quiero pasar. Las olas que se acercan, las olas que se van, y detrás de las olas, las olas más y más... Escamas de arco-iris, escamas de metal. ¡ya se durmió la víbora, ya quiere despertar! Camino de mi frente -caminito especial- si de mi frente sale, ¿quien lo puede alcanzar? En menos de un segundo conoce la ciudad; en lo que cierro un ojo por el aire se va; siguiendo mariposas deja juegos atrás y toca de repente, la víbora de la mar. Aunque niño me llamo y no puedo nadar muchas islas descubro sentado en mi diván. Al agua marinera, que baila por bailar, sin mojarme la blusa la puedo atravesar. Caballito marino, caballito de sal, con brida de canciones te logro sujetar. ¿En dónde llora y llora la niña tempestad? ¿En dónde crece, rojo, el árbol de coral? Iremos galopando -rataplán, rataplán- caballo de los tumbos, que sabes galopar. ¡Qué praderas de espuma! ¡Qué montañas