(De por qué un escritor
"nada serio", entre comillas, ve con malos ojos que se le tribute un
homenaje a Masferrer y a todos los escritores muertos).
Masferrer fue un
escritor integro, que nació y murió sin pactar con nadie, sin ofrecer su pluma
a otro dictado que el de su conciencia.
Los iracundos de oficio
lo tomaron como blanco de sus destempladas iras.
Porque ningún hombre de
genio, ningún ser dotado de la fuerza creadora de Masferrer está a salvo de la
amargura y la angustia, que los caballeros de industria, los jefes de las órdenes
del santo oficio, los cargadores del santo entierro, los señores gordos de
academia, los lamemonedas, los directores de pompas fúnebres, etc., etc.,
fabrican con sus estómagos repletos y sus manos cuidadosamente arregladas por
las manicuristas de la cultura oficial.
Hoy, en estos días, he leído
parte de la obra de Masferrer, porque considero que es el único homenaje que
pueda atributársele a un monstruo sagrado, a un enfant terrible, nacido por
desgracia en un país indiferente al destino de sus hombres.
Por una morbosidad
exquisita releo páginas de su infancia dolorosa (de Masferrer). Páginas donde
puede tocarse la naturaleza tímida y predestinada de un escritor, víctima de
sus raíces dramáticas. Me detengo en el miedo horroroso que Masferrer siente
por el padre (me rio) y recuerdo al genial coleóptero llamado Franz Kafka,
acurrucado en un rincón con unos ojos de perro, frente a la autoritaria
presencia del padre; porque algunas ventajas saca un escritor de haber tenido
un padre colérico, incapaz de comprender en lo mínimo a un hijo dotado de una
sensibilidad enfermiza. Masferrer se mirara a sí mismo, se buscara en el fondo
de su ser.
Su rebeldía es una gran
posibilidad dentro de él, que un día burla el colegio, se marcha convertido en
un enemigo de las formulas, tránsfuga de símbolos e inicia por enorme vocación su
profesión de "aguafiestas", - que es la culminación de todo gran
escritor. (Yo, no estoy de acuerdo en un
homenaje a Masferrer, porque casi siempre son los enemigos, en este caso los de
Masferrer, quienes en un estado agónico de conciencia han creado este burdo
homenaje, ténganlo muy en cuenta señores).
Luego este Masferrer
regresa a Tecapa, de donde emigrara como "ayudante de gallero",
"buhonero trashumante": "criador de cerdos", "maestro
en una escuelita de provincia", etc., etc. Porque un escritor tiene que
subsistir pese a la vida insosegada de que son victima los grandes proscritos
de un mundo absurdo.
Masferrer fue un
escritor combativo, su posición siempre fue la de permanecer fiel a los
intereses de su pueblo, una honda preocupación aflora en cada escrito suyo.
No fue un escritor
oficinesco, había en el una profunda catarsis, una congoja por encontrarse y
encontrar una salida al mundo que a su alrededor se enmarcaba en una forma
contradictoria, anacrónica, un mundo que rayaba y continua rayando en el
prejuicio provinciano.
Por eso ataco y fue
atacado por villanos (un villano es un exponente de la crítica que
laboriosamente desmenuza escritos y descubre la homosexualidad en un poema de
autor).
Un periodista de
sobrado margen moral, fiel a su oficio, muerto el, DON ALBERTO, muere el
periodismo y el periodista de una sociedad convulsa y nace un periodismo que no
aporta soluciones, conforme nada más en arrojar sus gruñonas censuras.
Los escapistas, los
apostatas siempre vieron con recelo a este hombrecito pequeño y delgado; es
normal, un escritor de talento es blanco de todas las injusticias, peor si este
hombre de letras ha nacido en un país como el nuestro.
Ya vendrán quienes se
ocupen de un Masferrer panteísta, aristotélico, sociólogo, economista (los títulos
salen sobrando).
Masferrer fue un
escritor, en la cabalidad de la palabra, jamás un tinterillo de provincia.
Yo me quedo con este
Masferrer, que he descubierto en cada página suya.
Me miro en Masferrer,
me solazo con este Masferrer que le importa un pito pasearse por San Salvador
con elegancia de pavo real o proclamarse merecedor de una estatua o de una
medallita de oro, como si el, hubiese inventado los viajes espaciales o alguna
pastilla para el dolor de muelas, etc. Por eso me quedo con él, un hombre que
supo escribir con la amargura de un aventurero, despreocupado por hacerse un
confort a la usanza y que sabía adonde iría a parar; al fin y al cabo un
escritor es dueño de su destino.
Es un ardid, una
tomadura de pelo ser escritor en nuestro país. Lo peor que puede ocurrirle a
alguien es nacer con talento, aquí donde nada merece el que se quema las pestañas,
con la íntima seguridad de rescatarse y rescatar la conciencia de un
determinado momento histórico.
Sobrada razón tiene mi
padre al decir que un escritor es un pobre hombre que se emborracha para
escribir o viceversa y que no sirve para otra cosa, sino para eso.
Razón tenía el viejo policía
de Platón en desterrar a estos vagos de su república.
Razón tienen los
directores de suntuosas oficinas enseñarles el rotulito de NO HAY PLAZAS VACANTES.
Yo reconozco en
Masferrer al escritor y nada más. Me resultan graciosos los
"opinadores", que dicen con toda seriedad académica, que hay que
estudiar a Masferrer desde el punto de vista sociológico, económico, etc. Por
eso, saco mi cara y acuso a los que se han inventado a ese Masferrer BACHILLER,
Masferrer Doctor, etc., etc., porque para algo estamos, para decir la verdad y
no encubrirla con el dedo gordo.
Que sepan que solo hay
un Masferrer, EL ESCRITOR, aunque a muchos les duela esta palabra. Los únicos
que podemos tributarle un homenaje a Masferrer somos nosotros, que no tenemos
seriedad, que hemos aprendido a reír (aunque somos enemigos de los homenajes).
Es completamente
absurdo pensar en mis hermanos: Roberto Armijo, Roberto Cea, Manlio Argueta,
Tirso Canales y otros, condecorados u objeto de una misa solemne de tres
ministros en la basílica San José o a mi gran padre Dylan Thomas recibiendo un
pergamino de ciudadano ejemplar, cuando ya fue suficientemente homenajeado en
los prostíbulos, víctima de sus borracheras delirantes, cuando él es
suficientemente olvidado o suficientemente leído en todo el mundo.
Considero que Masferrer
es el único escritor que nos legó una sonrisa (una risa mejor dicho) un escritor
que se vio en la necesidad de fundar su propio periódico, para atestiguar su
actitud de escritor incomprendido. Por lo demás a ningún escritor muerto le
gusta ser homenajeado, mucho menos a Masferrer, que fue un eterno enemigo de
los desentierros.
Alfonso Quijada Urías
FUENTE: Quijada Urías, A. (1968). Anti-Homenaje. Cultura. Revista del Ministerio de Educación. (No. 47), 196-198.
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