José Ignacio López Vigil
Presentación
Un
afiche en la pared de mi cuarto y un cassette mal grabado, eso tenía yo de la
Venceremos. Tenía también una enorme curiosidad por conocer esta radio
legendaria. ¿Cómo serán los compañeros que trabajan en ella? ¿Cómo se las han arreglado para mantener tanto tiempo en el aire una emisora escondida en la
profundidad de Morazán? Lo
que parece lejos, aparece cerca. Buscándolos yo, ellos me encontraron primero
para que les diera un curso de producción radiofónica. ¿Un curso a una radio
guerrillera? Acepto. Donde sea y cuando sea, pero voy. ¿Para dinamizar la
programación? Para lo que sea. Presentía
que el curso lo iba a recibir yo y no ellos. Yo podía enseñarles unas técnicas, ejercitar unos determinados formatos.
Ellos tenían una experiencia inédita, acumulada durante estos diez años de guerra, haciendo radio con el micrófono
en una mano y el fusil en la otra, transmitiendo bajo tierra y en medio de las
grandes balaceras. Después de las prácticas, me contaban anécdotas. Me contaron
cómo fue el primer programa en la Parra de Bambú y cómo rompieron el cerco de
aniquilamiento. Cómo burlaron los famosos goniómetros
y cómo grababan los corresponsales desde las mismas líneas de fuego. Conocí a los
fundadores de la radio, me enteré de sus amoríos en la Cueva del Murciélago, me
revelaron el secreto de la muerte de Monterrosa, que todavía no se sabe. Eran
historias increíbles. Al principio, las oía con la boca abierta. Luego, abrí la
grabadora. Y me puse a ordenar los testimonios de año en año, según las grandes
etapas de la guerra. Así, sumando relatos, nació este libro. Es de ellos, no
mío. Ellos lo concibieron, le dieron vida al calor de las conversas nocturnas junto a una disimulada grabadora. Yo sólo ayudé en el
parto. ¿Es
un libro de radio, de comunicación? No lo sé. En todos los relatos está
presente la Venceremos, eso sí. En todas las historias, sueltos, hay elementos
básicos de lo que en América Latina entendemos por comunicación popular y alternativa.
Naturalmente, una comunicación hecha en situaciones límites, en condiciones
poco imaginables para los locutores que trabajan con aire acondicionado y un
letrero de silencio en la puerta de la cabina.
Digamos, entonces, que son narraciones de las mil y una aventuras vividas por los compas que hicieron posible esta radio. Historias que no pretenden, por cierto, probar ninguna teoría comunicacional. La narración muestra, no demuestra. Queda al ingenio del lector descubrir la moraleja de cada relato.
Digamos, entonces, que son narraciones de las mil y una aventuras vividas por los compas que hicieron posible esta radio. Historias que no pretenden, por cierto, probar ninguna teoría comunicacional. La narración muestra, no demuestra. Queda al ingenio del lector descubrir la moraleja de cada relato.
A
veces, se cruzan las voces. Un mismo hecho es contado por dos o tres testigos
que lo vivieron. La verdad es que no me ha preocupado mucho quién contaba, sino
lo que contaba Porque el protagonista de esta historia es colectivo. Los hacedores de la Venceremos tienen nombre propio, pero responsabilidad
compartida. Respeté el lenguaje salvadoreño y sus "vulgaridades". Ni
los guerrilleros ni los soldados suelen hablar con diccionario. En cuanto a las
expresiones guanacas, espero que se comprendan en el contexto. Y si no, si usted no es de aquí, pregúntele a cualquiera de los miles de exiliados
salvadoreños dispersos por el mundo. Ellos le dirán qué significa cachimbón y
por dónde sale la Ciguanaba o Ellos le contarán otras historias tan
sorprendentes como las que aquí se recogen. Si se escribieran todas, creo que
no alcanzaría la tinta para tantos libros.
José
Ignacio López Vigil
Décimo aniversario de Radio Venceremos.
Décimo aniversario de Radio Venceremos.
Fuente: López Vigil, J.I.
(2008). Las mil y una historias de Radio Venceremos. San Salvador: UCA
Editores.
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