Julio Alberto Domínguez Sosa
Fuente: Domínguez Sosa, Julio Alberto. (2007). Anastasio Aquino: caudillo de las tribus nonualcas. San Salvador: Ediciones Venado del Bosque.
Preámbulo
Uno de los motivos fundamentales que nos impulsó a tomar parte en el certamen decembrino, fue el deseo de ahondar en el estudio de la historia patria. Ese estudio ha sido objeto de nuestra preferencia, desde los años de la primaria hasta el presente. Aparte de que los relatos históricos, a semejanza de la novela, tienen -sobre todo cuando es bastante su hondura- el sabor de lo maravilloso, la razón de esa preferencia es sencilla. Nosotros estimamos que para obtener una orientación suficiente dentro del intrincado vivir moderno, se necesita de la luz de la ciencia histórica.
Pero para el intelectual de Centroamérica, ese estudio no sólo es útil de urgencia notoria, de imperativo patriótico, en virtud del atraso en que se encuentra, pues es algo aceptado por la mayoría de nuestros investigadores modernos que la historia de Centroamérica no está escrita, que la mayoría de los relatos de nuestro ayer precisan de una severa revisión, por no haber sido facturados conforme a las reglas del método científico, principalmente desde el punto de vista de la interpretación y la causalidad de los hechos. Se refiere al Segundo Certamen Regional de los Juegos Florales de Zacatecoluca, El Salvador, celebrados en 1962, en los cuales esta obra obtuvo el Primer Premio. N. del E.
Esa utilidad y urgencia son mayores para aquellos sucesos que tienen estrecha relación con las grandes cuestiones ideológicas antiguas y modernas. De ahí el interés de temas como el de la independencia de España, la defensa de nuestra soberanía de los ataques de las grandes potencias, las luchas de liberales y conservadores, nuestra evolución económica y cultural, y otros semejantes. Así pues, fácil es comprender la trascendencia del tema sometido a concurso por el Comité de los Juegos Florales de Zacatecoluca.
No desconocemos que una de las razones del interés que despierta ese tema, es la circunstancia de que la vida y obras del héroe nonualco, pueden ser objeto tanto de las realistas narraciones de la historia como de las construcciones maravillosas de la novela y la leyenda. En verdad, la mayoría de los pretensos relatos históricos sobre Aquino, son en gran parte novela y leyenda.
Una causa de ello, es la pobreza testimonial, de la que nos ocuparemos. La otra, es la de que la rebeldía nonualca -sobre todo para el criterio burgués europeizante, de notoria influencia en el medio social centroamericano-, constituye un suceso extraordinario, inusitado, dentro de nuestro acontecer. Pero además de su carácter legendario, la gesta de Aquino, como la de Rafael Carrera, tiene un hondo significado y una gran proyección dentro del marco de la historia ístmica. Como veremos en el curso del ensayo, las rebeliones de Aquino y de Carrera, se salen del mero plano político dentro del que se pueden colocar las otras contiendas bélicas ocurridas durante la época de la Federación. Sin lugar a dudas, esas rebeliones figuran dentro del grupo de las luchas sociales. Puede afirmarse que los posteriores conflictos armados de esa índole, han tenido parecida causalidad y propósitos.
Aún más, la actual actitud rebelde de las masas centroamericanas, tiene semejanza con la de las tribus nonualcas de 1833. En virtud de lo anterior, el plan que nos proponemos desarrollar abarcará los aspectos de la personalidad y luchas del caudillo indígena. Los lineamientos de ese plan, son los que en párrafos aparte pasamos a exponer.
Considerando que Anastasio' Aquino nació y creció entre los indios de Santiago Nonualco, hemos procedido a estudiar la situación de los indígenas americanos en los tiempos de la Colonia española, y lo relativo a las tribus nonualcas, particularmente a las de Santiago Nonualco. Dentro de este orden de cosas, también nos ocupamos de la participación de esas comunidades indígenas en las luchas de nuestra independencia.
En vista de que la rebelión del caudillo santiagueño tiene lugar dentro de la crisis política que sacude a Centroamérica después de obtener la independencia, sobre todo durante los días de la Federación, dedicamos sendos capítulos a examinar esa crisis y la parte final tenía que ser dedicada a la rebelión santiagueña. Con el objeto de obtener conclusiones sólidas y claras en el desarrollo del plan expuesto, llevamos a efecto una investigación tan intensa y extensa como nos lo permitieron nuestras capacidades.
En lo relativo a los temas generales, o sea la situación del indio durante la Colonia y lo ocurrido durante la Independencia y Federación, no tuvimos mayor dificultad para obtener los datos necesarios. Es cierto que no hemos tenido a mano documentos originales sobre esos temas, fuera de unas pocas consultas que realizamos en el Archivo de Guatemala durante los días del exilio.
El autor emplea la letra "s" en el nombre de Anastasio, sin embargo, en la partida de nacimiento del caudillo, se escribe con "e" Anastacio. N. del E. No negaremos que eso sea una deficiencia en nuestra tarea; pero ello es una circunstancia común para todos los que nos ocupamos de escribir sobre nuestra historia sin salir del territorio nacional, por lo menos hasta el presente. De sobra es sabido que la causa de este obstáculo, es que aún no se ha terminado de organizar como es debido el Archivo Nacional.
No vamos a negar tampoco la utilidad de esa documentación. Sin embargo, estimamos que -en virtud del auge que ha tomado la investigación histórica centroamericana en estos últimos tiempos- dichos documentos más que todo servirían para reforzar o confirmar la verdad de las conclusiones a que ha llegado el pensamiento histórico moderno. Si acaso puede haber equivocación es en la interpretación de los datos, no en lo tocante a su estricta realidad. Efectivamente, en la actualidad casi todos los investigadores coinciden acerca de esos datos. Para una mayor garantía de nuestras afirmaciones, por lo general nos fundamentamos en aquellos autores de cuyos asertos no es posible dudar, tanto por su solvencia intelectual como por su ubicación ideológica. No se crea por lo dicho que no hemos consultado documento alguno, que nos apoyamos únicamente en el dicho de los expositores; pues la verdad es que sí lo hemos hecho, consultando la mayoría -por no decir todos- de los documentos que aparecen reproducidos en revistas y otras obras históricas publicadas en toda el área centroamericana. No tenemos razones suficientes para dudar de la autenticidad, integridad y fidelidad de esos testimonios. Cosa distinta nos ocurrió cuando nos ocupamos de lo relativo a Anastasio Aquino y las tribus nonualcas.
Respecto de los nonualcos contamos, por lo menos, con alguna regular documentación, aunque sea de segunda mano y deficiente, mejor dicho, de escasa amplitud. Además, tampoco tenemos dudas serias sobre la veracidad de esos testimonios.
No sucede lo mismo en lo atinente al héroe nonualco. En primer lugar, la documentación respectiva es sumamente escasa; en segundo término, esos testimonios son de segunda y tercera mano; y, por último, existen fundadas razones para dudar de la completa veracidad de dichos testimonios. Los testimonios dichos podemos dividirlos en dos grupos; el primero comprende los documentos emitidos con ocasión de los sucesos a que se refieren; y el segundo, los relatos que con posterioridad han efectuado los autores.
Mientras no contemos con los documentos originales, es imposible que podamos valuar la autenticidad, integridad y grado de veracidad de los testimonios del primer grupo. La razón de esto es la misma que daremos para justificar nuestras dudas acerca de los testimonios del otro grupo, por habérnoslos transmitido los mismos autores.
Por otra parte, para efectuar esa valuación, necesitamos confrontar esos testimonios con otros de indudable autenticidad, que no procedan de fuentes enemigas, en las que tienen su origen la mayor parte de dichos documentos, pues emanan del Gobierno salvadoreño o de sus agentes.
Para apreciar los relatos de que hemos hecho alusión, tenemos que atender a dos circunstancias. En primer lugar, a su mayor o menor antigüedad. En segundo término, a la base documental en que posiblemente se haya apoyado. En virtud de lo anterior, el relato más apreciable con que contamos acerca de la rebelión santiagueña, es el del Dr. José Antonio Cevallos, que expone en sus famosos "Recuerdos Salvadoreños". Esta relación, no sólo es la más antigua, pues data de 1891, sino que su autor cita, y hasta transcribe, mucho documentos oficiales. Es muy posible que la mayoría de los otros expositores se hayan informado, en gran parte, en el dicho del Dr. Cevallos. Sin embargo, no podemos establecer con precisión si las otras fuentes documentales en que abrevaron esos autores son de mayor riqueza que las consultadas por dicho doctor, pues no nos dan una información suficiente sobre ello. A pesar de las consideraciones precedentes, no podemos darle entera fe ni al testimonio del Dr. Cevallos ni al de los otros historiadores.
Lo primero con que tropezamos es que de sus mismas palabras se desprende que su investigación no ha sido suficiente y adecuada. El Dr. Cevallos es categórico a este respecto. "Debemos representar -nos dice-, que si recordamos CON EQUIVOCACIÓN, pero fundados en el testimonio de algunos hombres, A QUIENES HEMOS JUZGADO VERDADEROS AL COMUNICARNOS AQUELLOS SUCESOS". (Introducción de su citada obra, pág. IV, Tomo 1).
Pero la razón principal para dudar de esos testimonios, es la de que no podemos aceptar la completa imparcialidad de sus autores. Nos apoyamos para esto en lo siguiente: La rebelión de que nos ocupamos, es la de un grupo del estamento indígena, que formaba, en esos días, la mayor parte de la clase trabajadora, explotada y vejada por el patrono blanco y mestizo; dicha subversión es un intento de modificar radicalmente esa injusta relación económico-social; y la mayor parte de los expositores pertenecen a ese grupo patronal.
Esa falta de imparcialidad se manifiesta en el lenguaje de los escritores aludidos, plagado de inventivas e injurias para el movimiento sedicioso, las tribus nonualcas y su caudillo Anastasio Aquino. Ellos se expresan como los historiadores católicos cuando se refieren a los sucesos que han afectado los intereses de la Iglesia de Roma. Sus exposiciones han sido dictadas, pues, bajo el impulso de la pasión y no de la crítica serena. Sin embargo, entre los autores de este siglo, encontramos algunos cuyos juicios no adolecen de ese defecto pasional. Tales son el profesor José Flores Figeac, don Joaquín García, el doctor Manuel Vidal y el doctor Jorge Arias Gómez. Por eso las aseveraciones de estos investigadores, son de mucha utilidad para ponderar las de quienes les precedieron.
Las observaciones expuestas no quieren decir que los relatos de los investigadores antiguos no nos presten un gran servicio, pues, por lo menos, constituyen una transmisión de la tradición oral, aunque sea la de los grupos sociales adversos a la rebelión indígena.
Para obtener aquellos libros y documentos que no teníamos en nuestra biblioteca, recurrimos a la Biblioteca Nacional. Aprovechamos la ocasión para expresar nuestra gratitud para con los señores directores de esa Biblioteca, que hacemos extensiva a todo su personal, pues nos han prestado, para el desarrollo de la investigación, una gentil y eficiente ayuda. La lealtad intelectual nos obliga a manifestar que, para la factura de este ensayo, nos fue imposible tener a la vista el aludido estudio sobre la gesta aquiniana de don Joaquín Carda, que leímos en nuestras mocedades, ocasión en la que pudimos apreciar, a pesar de la ingenuidad de entonces, el gran valor de ese trabajo. Tal vez podríamos modificar en algo las conclusiones a que hemos llegado, si estudiáramos de nuevo los valiosos juicios de ese escritor, quien, por cierto, es descendiente de nuestro gran recopilador, don Miguel Ángel Carda. El acopio documental que logramos recoger lo transcribimos, en su mayor parte, en la "Sección Documental" de este ensayo. También, al final de la obra, aparece la lista de la mayor parte de los libros consultados.
Para subsanar -aunque sea en lo mínimo posible- las deficiencias apuntadas de libros y documentos, procedimos a efectuar una ligera investigación en el área nonualca, sobre todo en Santiago Nonualco. Parte de esa investigación, es el remedo de encuesta que exponemos en páginas posteriores del ensayo.
Lamentamos que esa encuesta no la pudimos efectuar como es debido, a causa de la escasez de personal, recursos monetarios y tiempo. Por ello, la consideramos -y así lo exponemos- como un inicio, un principio, de una verdadera encuesta por hacer. No obstante su insipiencia, estimamos que no carece de valor la información que nos suministra. Por una parte, nos enseña que la tradición oral del vivir nonualco y la rebelión del año 1833 se ha conservado hasta estos días, aun cuando sean dudosas la integridad y fidelidad de los datos contenidos en ella. Probablemente esto sea debido al aislamiento social en que han vivido, hasta hace poco tiempo, esas comunidades. Pero lo más importante, es que de ella se infiere que la visión que han tenido y tienen esas comunidades de la personalidad física y moral -sobre todo moral- del caudillo rebelde, y de su alzamiento en armas, no concuerda del todo con las concepciones de los autores antiguos.
Fuera de eso, aun cuando no sean del todo armónicas las contestaciones, hemos podido obtener a través de ella una serie de datos de innegable valor. Uno de los mejores frutos de esa investigación, ha sido la localización en los archivos parroquiales de Santiago Nonualco de la partida de bautismo de Anastasio Aquino, que entonces tenía el valor legal de partida de nacimiento.
Hay razón fundada para considerar ese hallazgo como una gran adquisición, en virtud de que no tenemos noticias de que ese documento haya sido dado a luz hasta el presente.
Esa partida confirma lo aseverado por la tradición y los autores, o sea el origen indígena del mártir santiagueño, y su nacimiento y residencia en Santiago Nonualco. Decimos lo de la residencia, porque en uno de sus márgenes, como se puede ver en la sección respectiva, aparece una nota de la que se deduce que esa partida fue asentada con ocasión del casamiento de Anastasio.
También de esa partida se infiere que Anastasio viene a este pícaro mundo en vísperas de iniciarse el proceso de nuestra independencia. Tal acontecimiento ocurre en el año 1792, cuando los resplandores de la Revolución Francesa alumbran el carcomido edificio del imperio español.
En esto del tiempo de ese suceso se nos presentó la cuestión de determinar cuál fue el mes en que ocurrió, debido a que esa circunstancia no se expresa de una manera clara, sino por una abreviatura que podía interpretarse como "dho" o "No". Si dicha abreviatura tuviera el primer significado, que equivale a "dicho", ese mes sería el de abril, por ser ese el mes del acta de asiento; si tuviera el otro significado, tal mes podría ser el de noviembre. Nosotros nos inclinamos por la primera conclusión, por las razones que en párrafos aparte pasamos a exponer. Confesamos que nosotros no dominamos el arte caligráfico; pero estimamos que en el caso en estudio nos son necesarios esos conocimientos. Ciertamente la ejecución caligráfica de la abreviatura es defectuosa, lo que da lugar a duda; pero esa duda se disipa, en el aspecto que consideramos, al revisar los asientos anteriores y posteriores de otras partidas, en las que la correspondiente abreviatura se lee claramente que es "dho" o sea "dicho". Además, al examinar detenidamente la abreviatura se llega a la conclusión de que esa es la lectura correcta de ella. Fuera de lo anterior, la circunstancia del nombre con que fue bautizado el caudillo nonualco, reafirma nuestra tesis. Es de sobra sabido que en la época del bautismo de Anastasio, debido al predominio espiritual de la religión católica sobre la sociedad de entonces, era de rigor ponerle al que recibía las aguas bautismales el nombre del santo que correspondía al día del nacimiento. Ahora bien, el nombre que recibió nuestro héroe en ese instante supremo, fue el de Anastasio Mártir; y el15 de abril la Iglesia Católica conmemora, entre varios santos, a Anastasia Mártir, mientras que el 15 de noviembre esa Iglesia lo dedica a la celebración de otros santos.
Aparte de lo dicho, lo que enseña la Paleografía, da más solidez a nuestra inferencia. Efectivamente, los textos que hemos consultado de esa ciencia, nos indican que conforme a la práctica de esos tiempos, para escribir la palabra "dicho", se usaba la citada abreviatura "dho", mientras que para la del vocablo "Noviembre", no se usaba esa abreviatura de "No", sino la de "Noum".
Para terminar sólo nos resta manifestar que, aun cuando ese era nuestro natural deseo, el ensayo elaborado no es una obra perfecta y acabada, como hijo que es de nuestras deficientes capacidades. Por eso nos atrevemos a solicitar un poco de generosa benevolencia a aquellos que posen su mirada crítica sobre sus páginas.
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