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Nunca Estuve Sola

                                                      Nidia Díaz



Micrófono en mano, Nidia Díaz grabó durante horas lo que habían sido 190 días de cárcel. Pero no tenía ganas de hacerlo. Viva por la casualidad de haber sido hecha prisionera en una coyuntura en donde no era conveniente matar a los capturados, Nidia quería olvidar el trauma de la cárcel y el privilegio de la vida, quería espantar los recuerdos. Pero tenía el deber de recordar, de contar a otros cómo se vive y se sobrevive en las cárceles salvadoreñas, centros de muerte y abusos. Debía transmitir a su pueblo y a sus compañeros las claves de esa importante experiencia, rica en lecciones para quienes luchan. Debía devolver a la solidaridad internacional el testimonio de aquella por quien tanto se interesaron durante meses con gestiones de todo tipo.

Así, entre el rechazo del deber y la obediencia al deber, tirando al suelo el micrófono primero y la máquina de escribir después, en permanente tentación de abandonar la tarea y en medio de una ardua fisioterapia destinada a devolverle el caminar normal de sus pies heridos por las balas, Nidia escribió estas páginas. Dice y se nota que fue un parto difícil y doloroso. Dice también que la criatura tampoco la dejó satisfecha…

"Me dice que en el libro puse más mi ideología revolucionaria que mis emociones personales. Pero es que en la cárcel, si no te agarrás a tus convicciones, a tu ideología, te perdés." Uno no puede manifestar ninguna cosa personal a sus captores e interrogadores. Tampoco yo lo quería y después, eso mismo es lo que me fue saliendo al ponerme a escribir. Yo viví minuto a minuto la cárcel así, aguantando, resistiendo."

 Fuente: Díaz, N. (2007). Nunca Estuve Sola.  San Salvador: UCA Editores.

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