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Salarrué, el último Señor de los Mares

                                                    MARTE, MUPI


Nos sentimos orgullosos y complacidos de presentar, desde la óptica de Ricardo Lindo, Curador de la exposición "Salarrué, el Ultimo Señor de los Mares" , una nueva visión de la obra de Salvador Efraín Salazar Arrué (1899-1975), - verdadero nombre de nuestro gran artista -la cual nos permitirá aproximarnos, de manera diferente, a su legado artístico que, de acuerdo al curador "tiene doble importancia, pues no es sólo el de un gran creador, sino también el de un radical innovador". La exhibición nos lleva a lo largo y ancho de su mundo en el que se fusionan, de manera sorprendente, la palabra y la imagen y nos permite descubrir "a un ser humano excepcional en su vida y en su obra". También - y este es un rasgo que queremos destacar - nos ha permitido trabajar con el Museo de la Palabra y la Imagen que son, desde 2003, depositarios del Legado Salarrué, al cual hemos tenido acceso y han sido un valioso recurso para que, el curador de la muestra, se aproxime de mejor manera al Ultimo Señor de los Mares, a Euralas Sagatara.
De esta relación con el MUPI, estamos seguros, surgirán, en el futuro, otros proyectos.
También queremos destacar el valioso apoyo que, nuevamente nos brinda Telefónica al patrocinar este catálogo, contribuyendo con esta publicación a enriquecer la documentación existente sobre Salarrué uno de los grandes y más importantes maestros del arte salvadoreño. Esperamos lograr una mejor y mayor difusión de su trabajo, abriendo nuevas posibilidades para el estudio y conocimiento de su pensamiento y obra.
Salarrué expresó, hace casi cincuenta años "Tengo demasiado mundo interno para fijar mi atención en los paisajes y las cosas que nos rodean." Hoy al ver su obra podremos comprobar lo expresado y vivir con él en los mundos que creó con singular maestría.


María Marta de Regalado Presidenta
Asociación Museo de Arte de
El Salvador


                                                La Ziguanaba según Salarrué

Breves conclusiones sobre la pintura

Supongamos, -nada más,- que hay tres clases de pintura:
1a._ La pintura realista, objetiva, que copia la naturaleza.
2
a._ La pintura emocional, sensual, expresiva.
3a._ La pintura meditativa, filosófica, simbólica.

Estas tres clases de pintura, a mi modo de ver, son en realidad tres aspectos de la pintura única, y para una obra de arte, una verdadera creación pictórica no está completa mientras estos tres aspectos, perfectamente entrelazados, amalgamados, mejor dicho, no se encuentren en ella.
Como el hombre trino y uno, es cuerpo, alma y espíritu, o sea: materia física, sentimientos - emociones y pensamientos, así, la obra de arte deberá -para ser completa- contener en sí: el aspecto estático, formal, de la naturaleza, la dinámica del sentimiento emotivo que anima las formas y la extática si se dice así) del pensamiento, que descubre y enseña.
Nada mejor para el aprendizaje de la pintura, digo yo, como la práctica copista de las cosas de la naturaleza. El modelo debe existir únicamente en la enseñanza y no en la creación. Es deleitante, sin duda alguna, esta práctica de reproducir todas las formas y conseguir todos los matices que el ojo percibe bajo la luz del cielo. Pero este plano no es sino la antesala de la pintura de creación. Para llegar a realizar de manera trascendental la obra pictórica, hay que subir hasta el plano superior del simbolismo (no entendido como escuela, sino en puridad de significado) y abarcar así el conjunto todo de la vida creadora.
No es obra de arte la copia servil de la naturaleza. A eso le llamo yo: prácticas elementales. No sacia nuestra sed la obra emotiva temperamental del segundo plano (que es el 2°. Grado del aprendizaje); esta clase de pintura, la más abundante por cierto, adormece el alma en sensuales espasmos, crea los paraísos oculares a lo Gauguin, pero de ella no podemos obtener el tremor de sabiduría, o por lo menos el agua de filosofía que caracteriza toda obra de arte superior.
No quiero decir todo esto, que esté yo en contra de la pintura emotiva; por lo contrario, demasiado apegado a ella me encuentro, pero reconozco y anhelo una pintura que a más de embellecer el alma, embellezca el espíritu, ya que una emoción sin sugerencia es como un pájaro enjaulado, de dulce voz, pero de entumecidas alas.

San Salvador, 2 de marzo de 1934.

Salarrué

                                                 El Cipitío según Salarrué

Fuente: MARTE y MUPI. (2006). Salarrué: el último Señor de los Mares. San Salvador: MARTE y MUPI.

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