Ítalo López Vallecillos
y extraño, solitario, no encuentro
la puerta de entrada ni salida. Pronuncio
nuevas palabras. Invento pájaros, primaveras.
Nieves y ciudades. Nada cambia. Advierto
múltiples planos, realidades sobrepuestas,
espejos, túneles,
ojos que retratan otros ojos,
labios que se abren y se cierran
y, en la búsqueda, no me dicen nada.
Voy. Vengo. Retorno. Caigo de nuevo
en el vacío. Y, conforme, al fin
vuelvo a empezar.
Yo sé que el tiempo
me arrastra a alguna parte.
Sigo en el Círculo. Amanece. Pronto
será de noche, y de día otra vez.
Tal vez mañana vuelva
o esté en retorno todavía.
Nota Editorial
La poesía de Ítalo López Vallecillos, ha escrito Carlos Murciano en Poesía Española, está dotada de una bruñida y tersa luminosidad. En efecto, el poeta recoge a través de imágenes y metáforas la visión de un mundo en crisis, en el que el "hombre de carne y hueso" sufre la pérdida de su identidad, de su unicidad, de su mismidad, para ser sólo la fuerza de trabajo, el número anónimo en las fábricas, el desposeído en los campos, el solitario en la muchedumbre.
En esa desintegración alienadora, el poeta recupera para nuestro tiempo, y para mañana, la expresión terca y obstinada de la soledad. No la tristeza acartonada de principios de siglo, ni la agónica náusea del angustiado ante las alternativas del ser; no, en fin, la expresión del lobo estepario, sino del hombre en su sensible totalidad, ahíto de amor en un tiempo difícil, propio para la matemática, la física, la cibernética, la acumulación capitalista, la revolución de las masas, la exterminación de los pueblos por la vía del napalm y el poderío espacial.
"La bruñida y tersa luminosidad" de López Vallecillos lo conduce por extraños parajes sin que pierda, por un instante, la profundidad de pensamiento, la emoción recogida en una lágrima, el ayer recobrado en una secuencia que permite la introspección, mas no el escapismo. Los poemas vuelven una y otra vez al tema central: la destrucción humana en el tiempo. La búsqueda entre múltiples horizontes. El encuentro con la "ternura rastrera y cotidiana", el hallazgo del amanecer tras la dura vigilia y el desasosiego interior vuelto todo al revés en una sociedad carnívora, masificada, y en la cual el hombre verdadero emerge de los escombros sociales para levantar su amor, su alegría, su capacidad de vivir más allá de la opresión y la duda. Poesía, lírica, honda, zozobrante y lúcida, que afirma una vocación poética, una línea personal inconfundible. Desde su primer libro ("Biografía del Hombre
Triste", Madrid, 1954), señalado por Vicente Aleixandre como un bello y hermoso testimonio, hasta "Puro Asombro" (San Salvador, 1970), López Vallecillos ha manejado una serie de claves y signos propios, contrarios a la imitación y a la copia fácil. Esta insobornable lealtad a sí mismo, en temas y lenguajes, "lo salva de clasificaciones caprichosas y lo coloca en la corriente de la mejor poesía de habla española contemporánea", según el juicio crítico del uruguayo Ángel Rama.
Triste", Madrid, 1954), señalado por Vicente Aleixandre como un bello y hermoso testimonio, hasta "Puro Asombro" (San Salvador, 1970), López Vallecillos ha manejado una serie de claves y signos propios, contrarios a la imitación y a la copia fácil. Esta insobornable lealtad a sí mismo, en temas y lenguajes, "lo salva de clasificaciones caprichosas y lo coloca en la corriente de la mejor poesía de habla española contemporánea", según el juicio crítico del uruguayo Ángel Rama.
Algunos poemas de López Vallecillos se han traducido al inglés, al francés, al italiano. Y antologías notables, como la de Mario Benedetti: Los Mejores Poemas de Amor de Hispanoamérica (Editorial Arca, Montevideo) destacan la obra de López Vallecillos por su singular simplicidad, economía de recursos, depurada y electiva expresión poética.
INVENTARIO DE SOLEDAD reúne poemas escritos entre 1970 y 1972, todos dentro de un clima amoroso, vivencial, en el que se descubre la madurez del hombre y del poeta. Un hombre que con la prosa es polémico, incisivo, irónico, y demoledor; y, en la poesía, tórnase espíritu sereno, luminoso, receptivo, abierto, pleno de humanidad.
RETORNO
A Salarrué, amigo y maestro.
Regreso. Siempre vuelvo.
Doy vueltas a un Círculo. Búscome. y extraño, solitario, no encuentro
la puerta de entrada ni salida. Pronuncio
nuevas palabras. Invento pájaros, primaveras.
Nieves y ciudades. Nada cambia. Advierto
múltiples planos, realidades sobrepuestas,
espejos, túneles,
ojos que retratan otros ojos,
labios que se abren y se cierran
y, en la búsqueda, no me dicen nada.
Voy. Vengo. Retorno. Caigo de nuevo
en el vacío. Y, conforme, al fin
vuelvo a empezar.
Yo sé que el tiempo
me arrastra a alguna parte.
Sigo en el Círculo. Amanece. Pronto
será de noche, y de día otra vez.
Tal vez mañana vuelva
o esté en retorno todavía.
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