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Mostrando entradas de 2018

Leyenda del Lago de Ilopango

                                                    CORINA BRUNI Un niño sediento y muerto de hambre, llegó una mañana de un brumoso mayo, a orillas de un árido cráter volcánico. Tomó asiento el niño sobre una alta roca, e imploró a los cielos algún refrigerio. Atenta y conciente, lo escuchó una nube, y pidió permiso de volverse lluvia. Refrescó la lluvia al sediento niño; pero éste aún hambriento y lleno de miedo, se sintió muy solo en aquel desierto, y entonces lloró con gran desconsuelo. Sus preciosas lágrimas rodaron al suelo, cual gemas caídas de un mágico vuelo. Y ya confundidas con la fresca lluvia, inundaron el cráter volcánico. Se formó allí un lago, un hermoso lago. Al verlo nuestro héroe salto de contento ante tal prodigio y, maravillado, deseó navegar en barca o en balsa; más no había balsa ni playa . Pensó el niño entonces: “Lo que deseo, podría agradarle a la demás gente". Y de nuevo quiso pedir algo al cielo, más no para sí, sino para el lago. Arri

“Mi respuesta a los patriotas” de Salarrué”

                                                      Álvaro Darío Lara                                                              SALARRUÉ Vivimos tiempos tumultuosos, dramáticos. Salarrué y el país los vivieron intensamente, ese enero sangriento de 1932, y en la noche del militarismo que continuó por décadas. También nosotros lo padecimos en la guerra civil, y ahora, en esa otra guerra que se libra en los pueblos, caseríos, cantones y ciudades, cargada de frenética violencia irracional, que sólo expresa  nuestras grandes debilidades institucionales y nuestro resquebrajamiento íntimo, familiar y social. Asimismo, nos situamos ante la suplantación del real ejercicio político por la politiquería, que lejos de buscar el bien común, corre, tras el privilegio personal y grupal. Este escenario no es novedoso. Lamentablemente sus raíces –profundas- tienen larga data. Por ello, resulta explicable la actitud de Salarrué y de otros artistas e intelectuales, cuando hicieron u

Carlos Huezo: cantautor y trovador empedernido

Carlos Huezo se ha consolidado como uno de los cantautores y trovadores más representativos de nuestro país. Sus primeros pasos en la música los dio a los 16 años y con su empeño, su trabajo, dedicación  y estudios musicales han dado el fruto esperado y hoy los salvadoreños disfrutan y se deleitan escuchando al trovador sampedrano. A través de los años, la Nueva Trova se vino creando su propio espacio en nuestro país y hoy ocupa un lugar muy especial y particular entre la población que disfruta de la música con contenido social, filosófico y sobre todo comprometido con la trasformación de la sociedad. Carlos Huezo representa a una nueva generación que a través de su canto y su música contribuyen a deleitarnos con su arte y además a formar conciencia en nuestra población sobre sus derechos, sobre su realidad, sobre sus posibilidades de alcanzar sus sueños y de trasformar nuestro querido país. Huezo ha ido formando y desarrollando su propio estilo dentro del espectro

ANTI-HOMENAJE

                                                               (De por qué un escritor "nada serio", entre comillas, ve con malos ojos que se le tribute un homenaje a Masferrer y a todos los escritores muertos). Masferrer fue un escritor integro, que nació y murió sin pactar con nadie, sin ofrecer su pluma a otro dictado que el de su conciencia. Los iracundos de oficio lo tomaron como blanco de sus destempladas iras. Porque ningún hombre de genio, ningún ser dotado de la fuerza creadora de Masferrer está a salvo de la amargura y la angustia, que los caballeros de industria, los jefes de las órdenes del santo oficio, los cargadores del santo entierro, los señores gordos de academia, los lamemonedas, los directores de pompas fúnebres, etc., etc., fabrican con sus estómagos repletos y sus manos cuidadosamente arregladas por las manicuristas de la cultura oficial. Hoy, en estos días, he leído parte de la obra de Masferrer, porque considero que es el único homenaj

Arte Poética 1974

Cuentos de Barro

                                                                     SEMOS MALOS Loyo Cuestas y su «cipote» hicieron un «arresto», y se «jueron» para Honduras con el fonógrafo. El viejo cargaba la caja en la bandolera; el muchacho, la bolsa de los discos y la trompa achaflanada, que tenía la forma de una gran campánula; flor de «lata» monstruosa que «perjumaba» con música. -Dicen quen Honduras abunda la plata. -Sí, tata, y por ái no conocen el fonógrafo, dicen… -Apurá el paso, vos; ende que salimos de Metapán trés choya. -¡Ah!, es que el cincho me viene jodiendo el lomo. -Apechálo, no siás bruto. «Apiaban» para sestear bajo los pinos chiflantes y odoríferos. Calentaban café con ocote. En el bosque de «zunzas», las «taltuzás» comían sentaditas, en un silencio nervioso. Iban llegando al Chamelecón salvaje. Por dos veces «bían» visto el rastro de la culebra «carretía», angostito como «fuella» de «pial». Al «sesteyo», mientras masticaban las tortillas y el queso de Santa

Escuela de Pájaros

A LA VIBORA, VIBORA... A la víbora, víbora, de la mar, por aquí quiero pasar. Las olas que se acercan, las olas que se van, y detrás de las olas, las olas más y más... Escamas de arco-iris, escamas de metal. ¡ya se durmió la víbora, ya quiere despertar! Camino de mi frente -caminito especial- si de mi frente sale, ¿quien lo puede alcanzar? En menos de un segundo conoce la ciudad; en lo que cierro un ojo por el aire se va; siguiendo mariposas deja juegos atrás y toca de repente, la víbora de la mar. Aunque niño me llamo y no puedo nadar muchas islas descubro sentado en mi diván. Al agua marinera, que baila por bailar, sin mojarme la blusa la puedo atravesar. Caballito marino, caballito de sal, con brida de canciones te logro sujetar. ¿En dónde llora y llora la niña tempestad? ¿En dónde crece, rojo, el árbol de coral? Iremos galopando -rataplán, rataplán- caballo de los tumbos, que sabes galopar. ¡Qué praderas de espuma! ¡Qué montañas